Page 249 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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238 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
mismo el sujeto oye, sin embargo, voces o recibe sugestión de ideas,
entonces el estado es diabólico. Tal ocurre, sobre todo, en el éxtasis
provocado por el canto religioso. Los efectos de tal estado son: cierta
emoción de fervor y embriaguez, acompañada de alucinación fantás-
tica auditiva que determina en el alma predisposición a escuchar. Aho-
ra bien, estos fenómenos concomitantes de conciencia denuncian que
el estado no es divino, pues cuando es Dios quien inspira, el alma pier-
de la conciencia de todo; entiende sí lo que Dios le comunica; pero sin
darse entonces cuenta de que alguien le habla o inspira; en cambio, en
el estado diabólico, el alma advierte que alguien le habla o sugie-
re. 4.* Si el sujeto pierde toda conciencia, como en el caso 1.°, pero no
recibe ideas, sino que sale del éxtasis como en el caso 2.°, entonces es
a
diabólico también el estado. 5. Lo es igualmente, aunque reciba ideas,
si estas envuelven un precepto o prohibición, v. gr., de practicar u omi-
tir un ejercicio cualquiera devoto, pues el demonio, como todo espíritu,
es capaz tan sólo de instigar o informar, pero no de mandar o prohibir
con imperio. 6.° Si finalmente se limita a informar sin imperio, entonces
el estado cabe todavía que sea diabólico, siempre que las ideas suge-
ridas cambien rápidamente de especie. Si no cambian, todavía será
aleatorio el discernimiento, sin disiparse el peligro de un origen dia-
bólico. Por eso, en definitiva, será lo más seguro, para evitar toda ilu-
sión, no aceptar como divina, sino la idea que venga en el estado de
inconsciencia y que esté desnuda de imágenes.
A estos criterios añade Abenarabi todavía otro de índole moral que
garantiza el éxito en el discernimiento (1). Toda emoción religiosa,
cuya agudización provoca éxtasis inconsciente, ha tenido su causa de-
terminante, que debe ser examinada, antes de decidir sobre la natura-
leza, divina o diabólica, del estado místico experimentado. Ahora bien,
si la emoción previa nació de ideas sobrenaturales, es decir, de pensa-
mientos que atañen a Dios o a la vida futura, el estado será divino
como su origen; pero si nació del recuerdo de cosas criadas, gratas al
alma sensitiva, la emoción y el éxtasis subsiguiente serán diabólicos,
(1) Cfr. Risalat al-cods, loe. cit.; Tadbirat, 238.