Page 247 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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236 Parte II. — Doctrina espiritual de Abenarabi
miembros, a los cuales ya no rige ni gobierna, como en el estado nor-
mal. A veces el embotamiento de los órganos y la enajenación de las
potencias siguen como efecto del trastorno y perturbación de los hu-
mores. Por eso, al salir del trance, queda el sujeto sudoroso, teñida de
rubor su tez, y ágil como si le desatasen las ligaduras. El mismo Ma-
homa—recuérdalo Abenarabi en comprobación—declaraba, después de
sus revelaciones, haber sentido durante el trance molestias físicas,
v. gr., un tintineo como de campanas en los oídos, una oscuridad en
su vista, etc. Quiere esto decir que alucinaciones visuales y auditivas,
como, en general, perturbaciones psicofisiológicas del temperamento,
acompañarán a menudo a los estados místicos. De aquí, por consi-
guiente, la necesidad de tener en cuenta la complexión del sujeto para
discernir lo que haya de natural y de sobrenatural en aquéllos. El influ-
jo de lo físico sobre lo psíquico y el de la fantasía sobre la vida ilumi-
nativa son principios de análoga importancia para el discernimiento.
Por eso Abenarabi se preocupa, como Santa Teresa, de recomendar a
los principiantes eviten toda exageración de austeridad, en cuanto a los
ayunos y abstinencias que con su exceso perturben el temperamento y
acarreen trastornos mentales. Y no se olvida tampoco de prever los peli-
gros de error que una imaginación desatada puede producir en la vida
mística, cuyas ilusiones sólo la dirección experta de un buen maestro
de espíritu podrá disipar (1).
El criterio segundo, basado en la materia o contenido de las ins-
piraciones, visiones e iluminaciones, da por supuesto el axioma de que
Dios no puede sugerir al alma cosa alguna contraria a su misma ley.
Son, por lo tanto, malas todas las inspiraciones que tienden al pecado
o que no estimulan a la virtud y a la perfección (2). No hay, en efecto,
carismas sin perfección o rectitud moral, según ya vimos. Los grados
de iluminación preexigen siempre grados correspondientes de virtud.
Luego, sin virtud previa, tienen que ser apócrifos los estados místicos.
Supuesto este axioma básico, Abenarabi distribuye las visiones en
el sueño en diabólicas y divinas o angélicas, según las imágenes bajo
(1) Anwar, 14, 16.
(2) Mawaqui, 164.