Page 29 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La solución católica del problema  25
        la capacidad de éstas, convirtiéndolas, v. gr., del politeísmo al mono-
        teísmo, o, como en el caso que nos ocupa, del islamismo puro y sim-
        ple, a un cristianismo parcial, velado por apariencias musulmanas en
        lo dogmático, pero eficaz en  lo moral y en  lo ascético para que las
        almas vivan más conforme a los preceptos cardinales y hasta a los
       consejos del Evangelio.
          10.  Por lo demás, esta hipótesis, que abre tan amplios cauces a
       la efusión de la divina gracia extramuros del recinto de la Igiesia visi-
        ble, no tiene nada de audaz innovación, a despecho de sus aparien-
        cias. El mismo Doctor de Hipona  la sugería ya en algunos de sus
       libros, singularmente en  el De Civitate Dei (1). Apoyado en  la letra
       y en  el espíritu de los textos revelados, afirma que  la elección de
       los judíos, como nación privilegiada, depositaría de las divinas pro-
       mesas, es compatible con la elección de individuos en el seno de los
       gentiles. Aunque no haya habido—dice—más que un pueblo elegido,
       se han encontrado también elegidos en  el seno de todos los pueblos.
       Sin menoscabo alguno para las prerrogativas de Israel, Dios ha sus-
       citado profetas hasta entre los infieles. Como se ve, esto equivale a
       admitir en suma, y a pesar de  la distinción material y exterior que
       separa al pueblo judío y al pueblo cristiano de la masa de los pueblos
       infieles, la existencia de un pueblo santo que abarca a todas las almas
       rectas, sea cualquiera la nación a que pertenezcan, o, como el mismo
       Santo Doctor lo dice expresamente, "una Jerusalén espiritual".
          Pinard de  la Boullaye,  S.  J., comentando en su magistral obra
       L'Etude comparée des réligions (2)  esta doctrina de San Agustín,
       concluye: "Esto es declarar, no que la buena fe baste para la salva-
       ción, sino que Dios no rehusa jamás  el acceso a la fe a quien vive
       según su conciencia; es profesar, no que todas las religiones son bue-
       nas, ni tampoco solamente que en todas ellas hay algo de bueno, sino
       que, aun en las religiones falsas, gracias a disposiciones providenciales

         (1)  Libro XVIII,  cap.  47.  Cfr. Caperan,  op.  cit., Essai historique, pági-
       nas 130-132.
         (2)  París, Beauchesne,  1922, tomo  I, pág. 94.
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