Page 26 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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       22               Ob eción y respuesta
       cias gratis datas. Parece claro que la gratuidad de estas últimas debe
       ser subrayada con más fuerza que la de las otras gracias, llamadas
       por los teólogos gratum pacientes. Al menos, así lo sugiere su nom-
       bre peculiar, que, si algo quiere decir, es que Dios no ha previsto, para
        otorgarlas, los méritos del sujeto, o sea, que en  el orden de la Pro-
       videncia aparecen tales gracias menos vinculadas que las otras a una
       preparación activa del que las haya de recibir. Santo Tomás, efectiva-
        mente, pone de relieve este carácter de las grafías gratis datas,  al
       hablar  del milagro y del don de profecía (1). Uno y otro pueden
        darse, según él, en un sujeto que carezca de santidad, cabalmente por-
       que están ordenados por Dios, no tanto al bien personal de quien los
        recibe, cuanto a utilidad espiritual del prójimo, es decir, a la conver-
        sión de las almas a Dios.  Si, pues, según esto, hasta  el hombre que
        no posea la rectitud moral puede ser empleado por Dios como instru-
        mento para atraer a las almas hacia El, otorgándole las gracias del
        milagro y de la profecía, ¿cuánto más verosímil será suponer que las
        otorgue a quienes por añadidura posean dicha rectitud moral, con  el
        mismo fin de convertir las almas hacia El?
          9.  Pero se dirá: Es que en tal hipótesis, es decir, ateniéndonos a
        nuestro caso, resultaría que al otorgar Dios  el milagro, la profecía y
        los otros carismas místicos a musulmanes rectos y virtuosos, lejos de
       lograrse  el  fin providencial a que tienden, se frustraría, puesto que
        tales gracias carismáticas contribuirían a confirmar a las almas en  el
        error del islam.
          El mismo Doctor Angélico reconoce implícitamente  la fuerza de
        esta posible objeción, al decir que los milagros principalmente se otor-
        gan por Dios al hombre, para confirmar la verdad de la doctrina que
        éste enseña. Cuando, pues, esta doctrina sea del todo falsa, es impo-
        sible suponer que Dios la confirme con  el don de los milagros. Pero
        ya hemos visto que no todo  el credo islámico es erróneo. En  él se
        contiene un cierto caudal de verdades, tomadas del depósito de  la

         (1)  Cfr. Summa íheot.,  l.a-2ae,  q. 111,  a.  1;  3.a,  q.  7,  a. 7;  q. 43,  a.  1.
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