Page 22 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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18 Los sufies isauíes, imitadores de Jesús
homa, en razón de su santidad y virtudes (1). Es más: Abenarabi
de Murcia nos habla de sufics españoles, africanos y orientales que,
dentro de la más pura ortodoxia islámica, profesaban una regla de
vida ascética y mística, inspirada en cierta iluminación directa de
Jesucristo, y por eso se llamaban isauíes, es decir, seguidores de
Jesús (2). De esa regla y de los caracteres particulares de
los que la seguían nos ofrece también algunos rasgos, que son de
cristiano abolengo: vivir apartados de! mundo; ver espiritualmen-
te a Dios en todas las cosas, con fe desnuda de imágenes, como si lo
vieran con los ojos; sus oraciones y plegarias son tan escuchadas por
Dios, que con la simple intención les basta para realizar, a imitación
de Jesús, sobrenaturales prodigios, v. gr.: andar sobre el agua, multi-
plicar los manjares, etc.; pero más que todos los carismas que Dios
les otorga, es característica señal que los distingue la caridad y com-
pasión para con todos los hombres, de cualquier religión y secta que
sean, y la resignación absoluta a la voluntad de Dios, con alegría de
corazón, considerando las cosas siempre bajo su aspecto bueno, no
abriendo jamás los labios sino para el bien, y cerrando los ojos y los
oídos para no ver ni oir el mal.
He aquí, pues, casos típicos y, según Abenarabi, no infrecuentes,
de almas cristianas sin saberlo. Su regla de vida era una herencia
del monacato oriental. Abenarabi mismo lo sugiere, aunque no lo con-
signe explícitamente, insertando un relato, a todas luces legendario,
de un monje cristiano que en un monte de Siria sirvió a Dios durante
siglos, desde la época de Jesús hasta el califato de Ornar, en que mi-
lagrosamente fué descubierto su oculto refugio por varios compañeros
de Mahoma, a quienes reveló la supervivencia de la religión cristia-
(1) Véase más adelante desarrollado este tema en el capítulo XV de
la parte segunda de este libro. Cfr. Fotuhat, l, 240, donde se dice que Jesús
es el príncipe de los santos todos que han existido y existirán, desde Adán has-
ta el fin del mundo.
(2) Cfr. Fotuhat, I, 289-295. En ese capitulo asegura Abenarabi que él
mismo se inició en la vida espiritual siguiendo el método de Jesús, y que su
maestro primero, Abulabás el Oryani, lo adoptó al fin de su carrera espiritual.