Page 46 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Conversión e iniciación sufí  39
        una luz que centelleaba. Mi padre se dió cuenta de esto. Luego, aquel brillo
        se fué extendiendo por su rostro y poco a poco llegó a invadir todo su cuer-
        po. Toméle la mano y me despedí de  él, abandonando  el aposento después de
        decirle: "Me voy a la mezquita, hasta que vengan a anunciarme que has muer-
        to." El exclamó entonces: "Vete y que no entre aquí nadie." Mandó luego ve-
        nir a todos los de casa y a sus hijas, y a la hora del mediodía vinieron a no-
        tificarme su muerte. Volví a casa y lo encontré como antes dije: en un estado
        que hacia dudar si estaba vivo o muerto. Asi lo enterramos."

          Ignoramos la época precisa en que esta conversión de Abenarabi
        tuvo lugar, pero es seguro que debió acaecer antes de! año 580 (1184
       de J. C). Efectivamente, en esta fecha, según confesión propia, había
       entrado ya en la vida mística haciendo profesión de sufí, a los veinte
       años de edad (1).
         "Yo alcancé este grado místico,  al entrar en  el camino de la perfección,  el
       año 580."

          Parece por otra parte seguro que su conversión acaeció más bien
       algunos años antes de morir su padre, pues era todavía un jovenzuelo
       imberbe, cuando ya la fama de su precoz iniciación en los misterios
       de la vida mística llegaba a oídos del célebre filósofo Averroes, que,
       lleno de curiosidad, solicitaba del padre de Abenarabi una entrevista
       con éste, a fin de estudiar en vivo aquel caso de psicología anormal y
       para  él inexplicable. El mismo Abenarabi nos ha conservado en su
       Fotuhat la pormenorizada descripción de aquella entrevista y de sus
       posteriores relaciones con Averroes  (2).

         "Cierto día, en Córdoba, entré a casa de Abulgualid Averroes, cadi de la ciu-
       dad, que había mostrado deseos de conocerme personalmente, porque le había
       maravillado mucho  lo que había oído decir de mí, esto  es,  las noticias que
       le habían llegado de  las revelaciones que Dios me había comunicado en mi
       retiro espiritual; por eso, mi padre, que era uno de sus íntimos amigos, me
       envió a su casa con el pretexto de cierto encargo, sólo para dar asi ocasión a
       que Averroes pudiese conversar conmigo. Era yo a  la sazón un muchacho im-

         (1)  Fotuhat,  II, 559.
         (2)  Fotuhat,  I, 199.
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