Page 48 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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       Entonces yo tomé nota de aquella frase de Abulháquem, para que me sirviera
       de tema de meditación y  a guisa de recordatorio (ya no quedo más que yo
       de aquel grupo de amigos, ¡Dios los haya perdonado!) y dije para mis aden-
       tros:
               "A un lado va  el maestro, y  al otro van su» libros.
               Mas dime: sus anhelos ¿viéronse al  fin cumplidos?"
          Seis años después, en 586 (1 190 de  J. C), un famoso sufí, llama-
       do Musa el Baidaraní, que gozaba del clon místico de bilocación, hace
       ya un viaje exprofeso a Sevilla para entrar en relaciones con Abena-
       rabi y aprovecharse de sus enseñanzas, a pesar de que nuestro místi-
       co no había pasado aún de los veintiséis años (1).
         "Nosotros vimos en Sevilla,  el año 586, a Musa  el Baidaraní, que pertene-
       cía al grado de los abetales (2),  el cual vino a visitarnos de propósito."
          Esto hace suponer que, una vez convertido, entregaríase con empe-
       ño al estudio de los libros sufies y, sobre todo, al trato con los maes-
       tros de espíritu. Innumerable es la serie de éstos que Abenarabi con-
       fiesa haber utilizado para su iniciación en  la vida sufí, durante su
       permanencia en Sevilla. Musa b. Imrán de Mértola, en su casa de la
       mezquita Arradi, enseñábale a  recibir las inspiraciones divinas  (3).
         "Oímos a nuestro maestro Abuimrán Musa  b.  Imrán, de Mértola,  en su
       casa, en la mezquita Arradi, en Sevilla, que  le decía a Abulcásem Benafir  (el
         (1)  Fotuhat,  II,  9. Cfr. Risalat aí-cods, §  19.
         (2)  Según  Abenarabi,  existe  entre  los  místicos una  complicada  jerar-
       quía que él explica al pormenor en su Fotuhat  (II, 7-11). Los grados de digni-
       dad y perfección esotérica dentro de esta jerarquía mística son los siguientes:
        1.°, existe un cótob o polo, sobre  el cual gira como sobre su centro  la esfera
        universal de la vida espiritual de todo  el mundo;  2.°, dos imames o jefes, que
       son los vicarios del cótob, al cual suceden cuando éste muere;  3.°, cuatro autad
       o columnas, que ejercen su misión en cada uno de los cuatro puntos cardinales;
       4.°, siete abdalcs o sustitutos, que la ejercen en cada uno de los siete climas en
       que los geógrafos árabes consideran dividida la tierra;  5.°, doce naquib o pre-
       fectos, para los doce signos del zodiaco;  6.", ocho nachib o nobles, para las
        ocho esferas  celestes,  etc.,  etc. Un estudio más pormenorizado de esta jerar-
       quía sufí puede verse en Blochet, Etudes sur l'esoterismc musulmán.
         (3)  Fotuhat,  II,  8.
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