Page 49 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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42            Parte  I. —  Vida de Abenarabi
        cual se negaba a dar crédito a los fenómenos que los sufics tienen por ciertos):
        "¡No hagas eso, Abulcásem, pues  si  lo haces, incurrirás en dos  faltas!...*'  etc.
          "De  este grado místico era mi maestro Abuimrán Musa  b. Imrán  el de
        Mértola  (1)."
          "Uno de ellos encontré en Sevilla, que era de los más grandes místicos que
        he encontrado y que se llamaba Musa b. Imrán,  el príncipe de su siglo  (2)."
        [En este pasaje habla Abenarabi de los tres místicos cuya virtud preternatural
        consiste en comunicar a  los demás  las inspiraciones divinas en cada época.
        Del mismo maestro vuelve  a hablar otras veces]  (3).
          A comunicarse con  los espíritus de !os muertos aprendió de un
        famoso taumaturgo, Abulhachach  Yúsuf,  natural  de  Subárbol  (al
        oriente de Sevilla), que poseía la virtud de andar sobre las aguas (4).

          "De ellos también  [de los cótobs o quicios de la jerarquía esotérica]  fué
        Abulhachach Yúsuf  el de Subárbol  ], alquería  al oriente de Sevilla,
                             [  <J.¿ j^-£>
        el cual era de los que andan sobre  el agua y tienen trato familiar con los es-
       píritus  (5)."
         "De esta clase de místicos encontré muchos entre mis maestros. De  ellos
        fué Abulhachach  el de Subárbol, que vivía en Sevilla,  el cual leía asiduamente
       el Alcorán, siempre que estaba solo  (6)."
          Simultáneamente frecuentaba Abenarabi las conferencias de otros
        maestros, como Yúsuf el Cumi, de cuya ciencia esotérica hace grandes
       elogios (7).
         "Decía nuestro maestro Abuyacub Yúsuf b. Jálaf  el Cumí: "Entre nosotros
        y Dios, que es  la Verdad que buscamos, álzase una empinada cuesta. A  los
        pies de esta cuesta estamos, por razón de nuestra naturaleza física o corpó-
        rea, y desde su parte inferior ascendemos sin cesar por la cuesta hasta que  lle-

         (1)  Ibidcm,  II,  107.
         (2)  Ibidem,  II,  17.
         (3)  Foluhat,  II, 234 y 266. Cfr. Risalat al-cods, § 8, en que Abenarabi traza
       la biografía de este maestro.
         (4)  Fotuhat,  I, 268.
         (5)  Según Abenalabar (Tecmila,  b. 2083), murió este místico  el año 587,
       o sea cuando Abenarabi tenía veintisiete años de edad.
         (6)  Fotuhat, IV, 648. Cfr. Risalat al-cods, §  6.
         (7)  Fotuhat,  I,  327.
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