Page 53 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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46 Parte I. — Vida de Abenarabi :
de incombustión, realizado por un sufi para convencer a un peripa-
tético que negaba la posibilidad de todos ellos (1).
[Al hablar aquí Abenarabi de la diferencia entre el milagro propiamente di-
cho y el carisma, dice que aquél sirve para provecho espiritual del prójimo,
mientras éste es útil tan sólo para el que lo posee. Y en confirmación añade]
"Así nos ocurrió a nosotros, el año 586, en una reunión, a la que asistía cierto
individuo, filósofo, que negaba la misión divina de los profetas, en el sentido
en que los musulmanes la afirman, y negaba asimismo la realidad de los mila-
gros de los profetas, en cuanto fenómenos que rompan el curso normal de la
naturaleza, porque, según él pretendía, las esencias de las cosas son inaltera-
bles. Era un día de invierno, de mucho frío, y teníamos delante un gran bra-
sero encendido. El incrédulo aquel estaba diciendo que el vulgo afirmaba que
Abraham fué lanzado al fuego y no se quemó; pero como el fuego es, por su
naturaleza, comburente de los cuerpos susceptibles de ser quemados, afirmaba
que el fuego aquel del que se habla en el Alcorán en la historia de Abraham,
significa únicamente la cólera de Nemrod, la ardiente ira que contra Abraham
sentía; y añadía que al decir el texto que el fuego no le quemó, sólo se quie-
re significar que la ira del tirano Nemrod contra Abraham no le hizo a éste
mella ninguna... Cuando aquel incrédulo acabó su razonamiento, uno de
los que estaban presentes, que era un místico de este grado de perfección
espiritual, dotado de virtudes preternaturales, le dijo: "Y ¿si yo te hi-
ciera ver que Dios dijo literalmente verdad en lo que dijo de aquel fu^go,
o sea, que no quemó a Abraham, sino que lo convirtió realmente en una
cosa fría e inocua para él? Yo voy a hacer contigo mismo en este lugar lo que
Dios hizo con Abraham, es decir, voy a preservarte de los efectos del fuego,
pero cin que este milagro sea una gracia o carisma de Dios en honor mío!" El
incrédulo respondió: "¡Eso no será!" Entonces el sufí le dijo: "Este fuego ¿es
o no verdadero fuego comburente?" Respondió el incrédulo: "Efectivamente, lo
es." Díjole entonces el sufí: "¡Míralo por ti mismo!" Y diciendo esto, le echó
sobre el regazo de su túnica las brasas que había en el brasero y durante un
rato estuvo el incrédulo aquel dándoles vueltas con la mano y maravillándose
al ver que no le quemaban. El sufí entonces volvió a echar las brasas al brase-
le dijo: "Acerca ahora tu mano a las brasas." Y al aproximar la mano
ro y
al brasero, se la quemó. Díjole entonces el sufí: "Eso es lo que le he mandado
ahora al fuego: que queme. Porque el fuego no hace más que obedecer: quema
si se io mandan y deja de quemar asimismo, porque Dios hace lo que quie-
re." Y el incrédulo aquel se convirtió al islam y reconoció su error."
Una noche, ve en sueños cómo el Profeta endereza una palmera
(1) Fotuhat, II, 490.