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—Ni usted debe hacerlo —contesté— ni podrá nunca contar
conmigo para ello. La señora no resistirá otro choque entre
usted y el señor.
—Tú puedes evitarlo —repuso él—, y, en último caso, si fuera así,
me parece que habría motivos para apelar a un recurso
extremo. ¿Crees que Catalina sufriría mucho si perdiese a su
marido? Sólo me contiene el temor de la pena que ello pudiera
causarle. Ya ves lo diferentes que son nuestros sentimientos. De
haber estado él en mi lugar y yo en el suyo, jamás hubiera
osado alzar mi mano contra él. Mírame con toda la incredulidad
que quieras, pero es así. Jamás le hubiera arrojado de su
compañía mientras ella le recibiera con satisfacción. Ahora que,
apenas hubiera dejado de mostrarle afecto, ¡le habría
arrancado el corazón y bebido su sangre! Pero hasta ese
momento me hubiera dejado descuartizar antes que tocar un
cabello de su cabeza.
—Sí —le interrumpí—; pero da la impresión de que le tiene sin
cuidado a usted deshacer toda esperanza de curación
volviendo a producirle nuevos disgustos con su presencia.
—Bien sabes, Elena —contestó—, que no me ha olvidado. Te
consta que por cada pensamiento que dedica a Linton a mí me
dedica mil. Sólo dudé un momento, al volver este verano. Pero
únicamente hubiera confirmado tal idea si Catalina me
declarase que era verdad. Y en ese caso no existirían ya, ni
Linton, ni Hindley, ni nada... Mi existencia sin ella sería un
infierno. Pero fui un estúpido al suponer, aunque fuese por un
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