Page 324 - Fantasmas
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FANTASMAS



              —Ya  empezamos.  Ha llegado  el camión  de la basura  y
         en  un  momento  abrirá  la puerta  trasera  y empezará a salir la
         mierda.
              —De  hecho  en  esta  casa  es  siempre  halloween.  Se llama
         la Casa  de las Máscaras,  es  nuestro  nombre  secreto  para ella.
         Y una  de las reglas es  que  cuando  uno  está  aquí siempre  tiene
         que  llevar puesta  una  máscara.  Siempre  ha sido  así.
              —Creo  que  esperaré  hasta que llegue halloween.
              —Tienes  que  ponerte  una  máscara.  Los  de la baraja de
         cartas  te  vieron  anoche  y van  a venir  por  ti. Tienes  que  po-
         nerte  una  máscara  para que no  te reconozcan.
              —¿Y por qué no  iban  a reconocerme?  Yo te  he recono-
         cido a ti.
              —Eso  es  lo que  tú crees  —dijo  parpadeando  cómica-
         mente—.  Los  de la baraja de cartas  no  te  reconocerían  detrás
         de una  máscara.  Es su  talón  de Aquiles,  se  guían sólo por las
         apariencias.  Sólo piensan unidimensionalmente.
              —Ja, ja —dije—.  ¿Cuándo  viene  el tasador?
              —No  sé, más  tarde.  Ni siquiera  estoy  segura  de que va-
         ya a venir.  Puede  que me  lo inventara.
              —Sólo llevo aquí veinte  minutos  y ya estoy aburrido.  ¿No
         podrían haberme  buscado  una  niñera  y haber venido  aquí so-
         los un  fin de semana  a ponerse  máscaras  y hacer bebés?
              Tan pronto  como  hube dicho  aquellas palabras sentí que
         me  ruborizaba,  pero  me  alegraba de haberme  atrevido  a bur-
         larme  de ella por las máscaras,  la ropa  interior  negra  y aquella
         pantomima  que  se  habían  inventado,  y que yo era  demasiado
         joven para  entender.  Mi madre  dijo:
              —Prefiero  que  estés  aquí. Así no  te meterás  en  proble-
         mas  con  esa  chica.
               Para entonces  las mejillas me  ardían  como  pavesas  cuan-
         do alguien las sopla.
              —¿Qué  chica?



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