Page 325 - Fantasmas
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Joe  HiLL


            —No estoy  segura.  O Jane Redhill  o  su  amiga.  Proba-
      blemente  su  amiga, esa  con  la que siempre  sueñas  encontrarte
      cuando  vas  a casa  de Luke.
            A Luke era  a quien le gustaba la amiga, Melinda.  A mí me
      gustaba Jane. Pero  mi madre  había adivinado  lo suficiente  co-
      mo  para  haberme  sentido  incómodo.  Al ver  que  me  callaba
      su  sonrisa  se  ensanchó.
            —Está  buena, ¿no? La amiga de Jane. Estoy segura  de que
      las dos lo están, aunque  la amiga parece  más tu tipo. ¿Cómo se
      llama?  ¿Melinda?  Por la forma en  que se pasea por ahí con  esos
      pantalones  anchos  de granjero me  apuesto  cualquier cosa  a que
      se  pasa  las tardes  leyendo  en  una  casa  en  un  árbol  que  cons-
      truyó con  su padre. Seguro que sabe colocar  su  propio cebo y
      juega al futbol  con  los chicos.
            —A  Luke le gusta.

            —Así  que  es Jane.
            —¿Quién  ha dicho  que tenga  que ser  una  de las dos?
            —Tiene  que haber alguna razón para que pases  tanto  tiem-
      po con  Luke, además  de Luke.  —Hizo  una  pausa y añadió —:
      Jane vino una  vez  a casa  vendiendo  suscripciones  a una  revista
      para recaudar dinero para su  iglesia, hace unos  días. Parece  una
      chica muy sana,  con  una  gran conciencia  cívica.  Me hubiera  gus-
      tado  que tuviera  más  sentido  del humor.  Cuando  seas  un  po-
      co  mayor  deberías  deshacerte  de Luke, tirarlo  a la antigua can-
      tera,  y Melinda  caerá  en  tus  brazos.  Podrán  llorarle  juntos,  la
      pena puede ser  muy  romántica.

            Cogió mi plato vacío  y se  levantó.
            —Busca una  máscara  y únete  al juego.
            Dejó mi plato en  el fregadero  y salió  de la habitación.
      Yo terminé  el vaso  de jugo y deambulé  por la habitación.  Eché
      una  mirada  al dormitorio  principal justo cuando  mi madre  ce-
      rraba la puerta  detrás  de ella.  El hombre  al que había tomado
      por mi padre aún llevaba  su  máscara  de hielo y se  había pues-




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