Page 328 - Fantasmas
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FANTASMAS
La puerta se abrió detrás de él, en el otro extremo de la
habitación, y mi padre se calló. Mi madre estaba en el umbral,
vestida con pantalones y un suéter y jugando con la gruesa he-
billa de su cinturón.
—Chicos —dijo—. ¿De qué hablan?
Mi padre no se volvió para mirarla, sino que siguió con
la vista fija en mí y bajo su nuevo rostro de cristal derretido creí
ver una expresión de humillación, como si lo hubieran encon-
trado haciendo algo ligeramente embarazoso. Entonces recor-
dé cuando, la noche anterior, mi madre se había llevado el de-
do a los labios como cerrando una cremallera imaginaria. Me
sentí raro y algo mareado. De pronto se me ocurrió que esta-
ba siendo testigo de alguna clase de juego morboso entre mis
padres, y que cuanto menos supiera de ello más feliz sería.
—Nada —dije—. Le estaba contando a papá que me voy
a dar un paseo. Así que me voy a dar el paseo —añadí mientras
me alejaba de la ventana.
Mi madre carraspeó y mi padre cerró lentamente la ven-
tana, mientas seguía mirándome. Echó el pestillo y después pre-
sionó la palma de la mano contra el cristal, dejando una hue-
lla húmeda, una extremidad fantasma que se encogió hasta
desaparecer. Después bajó la persiana.
Me olvidé de que tenía que recoger leña en cuanto eché a
andar. Para entonces había decidido que mis padres me que-
rían lejos de la casa para poder estar solos, lo que me ponía de
mal humor. Al llegar al sendero me quité la máscara y la col-
gué de una rama.
Caminé con la cabeza gacha y las manos en los bolsi-
llos del abrigo. Durante unos metros el camino discurría pa-
ralelo al lago, cuyo color azul gélido se atisbaba entre la ma-
leza. Estaba demasiado ocupado pensando que si ellos querían
jugar a ser unos pervertidos y malos padres deberían haber ve-
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