Page 329 - Fantasmas
P. 329
Joe HiLL
nido a Big Cat Lake sin mí para darme cuenta de que el cami-
no se desviaba y se alejaba del agua, y no levanté la vista has-
ta que escuché el sonido procedente del sendero: un zumbido
metálico, como el de un acero que cruje bajo el peso de algo.
Justo delante de mí el camino se dividía para evitar una roca
del tamaño y la forma de un ataúd medio enterrado. Después,
el camino se unía otra vez y se perdía entre los pinos.
Me sentí alarmado, sin saber por qué. Fue algo en el
viento, que comenzó a soplar en ese mismo instante, haciendo
que los árboles se agitaran en dirección al cielo, algo en la
manera en que las hojas empezaron a revolotear entre mis
pies, como si tuvieran prisa por alejarse del camino. Sin pen-
sarlo me agaché detrás de la roca y apreté las rodillas contra
el pecho.
Un instante después el niño de la bicicleta antigua —el
que pensé que había soñado— pasó pedaleando a mi izquier-
da, sin mirarme siquiera. Llevaba la misma pijama de la noche
anterior y a la espalda unas alas blancas sujetas por un arnés
con correas también blancas. Tal vez las llevaba puestas la pri-
mera vez que le vi y no había reparado en ellas en la oscuridad.
Cuando pasó a mi lado pude ver sus mejillas con hoyuelos y
sus rizos rubios, unos rasgos que le daban un expresión de
serenidad. Su mirada era fría y distante y parecía buscar algo.
Le observé mientras conducía con destreza su bicicleta de Char-
lot entre piedras y raíces y después enfilaba una curva y desa-
parecía.
Si no le hubiera visto por la noche habría pensado que era
un niño disfrazado camino de una fiesta, aunque hacía dema-
siado frío para andar por ahí en pijama. Quería volver a la ca-
baña, lejos del viento y a salvo, con mis padres. Me daban mie-
do los árboles, bailando y susurrando a mi alrededor.
Pero cuando me moví fue para continuar en la misma di-
rección, mirando por detrás del hombro para asegurarme de
2H