Page 334 - Fantasmas
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FANTASMAS
—Evidentemente —dijo el chico—. Primero se inventa
un juego con reglas que sólo ella entiende y después hace tram-
pas de manera que gane quien ella quiere.
La chica estalló en grandes carcajadas, insolentes y de-
senfrenadas, y sentí un escalofrío en la nuca. Pero en realidad
creo que antes de ese momento ya sabía, antes incluso de que
riera, con quién estaba jugando a las cartas.
—La clave para evitar perder es jugar sólo a juegos que
tú mismo te inventas —dijo la chica—. Adelante, Jack. Pre-
gunta lo que quieras, estás en tu derecho.
—¿Cómo puedo llegar a casa sin volver por donde he ve-
nido?
—Es fácil, no tienes más que coger el sendero que tiene
el letrero «A cualquier parte». Te llevará a donde quieras ir, por
eso dice «A cualquier parte».
—Vale, gracias. Ha estado bien el juego. No lo he enten-
dido, pero me lo he pasado bien jugando. —Trepé por encima
del tronco.
No había ido muy lejos cuando me llamó. Me di la vuel-
ta y vi que estaban los dos juntos apoyados en el tronco y mi-
rándome.
—No olvides —dijo la chica— que también tienes derecho
a hacerle una pregunta a él.
—¿Los conozco? —pregunté.
—No —contestó el chico—. Creo que en realidad no nos
conoces a ninguno de los dos.
Había un Jaguar estacionado en la rampa de entrada detrás
del coche de mis padres. El interior era de color cereza brillan-
te y los asientos tenían aspecto de estar sin estrenar. Parecía re-
cién salido del concesionario. Para entonces estaba atardecien-
do y desde el oeste llegaba la luz sesgada, colándose entre las
copas de los árboles. Me parecía extraño que fuera ya tan tarde.
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