Page 338 - Fantasmas
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FANTASMAS



        trando  unos  dientes  manchados  de sangre.  Mi madre  me  pasó
        un  brazo  por los hombros  con  gesto  protector.
              Una vez  que  estuvimos  dentro  del coche,  mi madre  se
        quitó la máscara y la lanzó  al asiento  trasero.  Yo me  dejé la mía
        puesta.  Si respiraba hondo  podía oler a mi padre.
              —+¿Qué  estamos  haciendo?  —pregunté—.  ¿Papá no  vie-
        ne  con  nosotros?
              —No  —dijo mientras  giraba la llave  de contacto—.  Se
        queda aquí.
              —¿Y cómo  va  a ir a casa?
              Me miró  de lado y sonrió,  compasiva.  Fuera, el cielo  es-
        taba azul oscuro,  casi negro,  y las nubes parecían brasas  de co-
        lor carmesí,  pero  en  el coche  ya era  de noche.  Me di la vuelta
         en  el asiento,  me  senté  sobre  las rodillas  y miré  cómo  la casa
        desaparecía  entre  los árboles.
              —Hagamos  un juego —dijo mi madre—.  Imaginemos  que
        nunca  conociste  a tu padre, que se  marchó  antes  de que tú na-
        cieras.  Podemos  inventarnos  historias  sobre él. Que lleva un ta-
        tuaje de Semper Fidelis  de cuando  fue soldado,  y también,  un
        ancla  azul, de cuando...  —La  voz  se  le quebró y se  quedó sú-
        bitamente  sin inspiración.
              —De  cuando  trabajaba  en  la plataforma  petrolífera.
              Rio.
              —Vale.  Y también  imaginaremos  que la carretera  es  má-
         gica, la Autopista de la Amnesia.  Para cuando  lleguemos a ca-
        sa  ambos  creeremos  que  la historia  es  real, que  de verdad  se
        marchó  antes  de que  tú nacieras.  Todo  lo demás  parecerá  un
         sueño,  de esos  tan  reales  que parecen  recuerdos.  Además,  se-
         guramente  la historia  que  inventemos  será  mejor que  la rea-
        lidad.  Quiero decir que sí, que te quería mucho y lo quería to-
        do para ti, pero  ¿eres  capaz  de recordar  alguna cosa  interesante
        que hiciera  alguna vez?
              Tuve  que admitir  que no  podía.




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