Page 333 - Fantasmas
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Joe Hitt
—Olvídalo —dije.
El chico hizo un sonido con la garganta y la chica gritó:
—;¡Ha sonreído! Puedes cambiar una de tus cartas por
otra suya.
—¡No he sonreído!
—Claro que sí —dijo ella—. Lo he visto. Quédate con su
reina y dale tu sota.
Le di al chico mi Sota Perezosa y le quité su Reina de
las Sábanas. Mostraba una chica desnuda dormida entre una
maraña de sábanas en una cama con dosel. Tenía el pelo cas-
taño y liso y rasgos fuertes y hermosos, y se parecía a la ami-
ga de Jane, Melinda. Después me tocó el Rey de los Peniques,
un tipo de barba pelirroja cargado con un saco de monedas a
punto de romperse. Estaba seguro de que la chica con la más-
cara negra me lo había dado tras sacarlo de debajo de la bara-
ja. Se dio cuenta de que la había visto y me dirigió una mirada
fría y desafiante.
Cuando todos tuvimos tres cartas nos dedicamos un ra-
to a construir casas que los otros no pudieran derribar de un
soplido, pero ninguno lo conseguimos. Después me repar-
tieron la Reina de las Cadenas y una carta con las reglas del
continental escritas, y estuve a punto de preguntar si se había
colado en la baraja por equivocación, pero me lo pensé mejor.
A ninguno nos salió una prenda negra, aunque yo no sabía qué
aspecto tenía.
—¡Ha ganado Jack! —gritó la chica, lo que me puso al-
go nervioso, ya que en ningún momento les había dicho mi
nombre—. ¡Jack es el ganador! —Se abalanzó sobre mí y me
abrazó con fuerza. Luego se separó y empezó a meterme mis
cartas en el bolsillo de la chaqueta—. Tienes que quedarte con
tu mano ganadora, para que te acuerdes de lo bien que nos lo
hemos pasado. No importa, a la baraja ya le faltan un mon-
tón de cartas. ¡Sabía que ganarías!
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