Page 24 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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Media hora después está al teléfono, intentando primero obtener una conexión

               y luego no perderla con el profesor John Marshland, su colega y mentor. A
               pesar  de  estar  en  el  pueblo,  su  única  opción  es  llamar  desde  una  línea
               colectiva y, aunque la operadora es muy amable, la conexión suena como si
               estuviese  gritando  por  una  lata  unida  a  otra  mediante  un  cordel.  Como  si

               hablase a través de un túnel.
                    —Gilman —grita Harding haciendo un gesto de dolor, y se pregunta qué
               pensará la operadora de todo aquello. Lo deletrea dos veces—. 1839. Especies
               abisales  e  intermareales  del  Atlántico  Norte.  ¡En  la  biblioteca  de  Yale

               deberían tener un ejemplar!
                    La  respuesta  es  casi  inaudible  entre  los  silbidos  y  el  chisporroteo  de  la
               línea.  Fragmentada,  como  si  se  oyese  por  encima  de  un  ruido  de  cristal
               rompiéndose. Como si le llegase desde el fondo del mar.

                    Son las cuatro de la tarde de un día oscuro en el punto más oriental de
               Estados Unidos y Harding no puede evitar recordar que en Europa ya es de
               noche.
                    —¿… infor… necesita… doc… Harding?

                    Harding grita los números de las páginas mientras sostiene en su mano
               vendada el libro que ha sacado de la biblioteca. Está abierto por la página de
               la ilustración; inexplicablemente, el ladrón no se la ha llevado. Se trata de un
               grabado  coloreado  a  mano  de  John  James  Audubon  que  representa  a  un

               shoggoth quiescente y dócil sobre una roca, con las gaviotas revoloteando a
               su alrededor. Audubon —hijo criollo de un francés, escapó por los pelos de su
               llamamiento a filas en las Guerras Napoleónicas— pintó la translucidez vítrea
               del  shoggoth  con  tal  perfección  que  las  sombras  curvadas  de  las  alas

               refractadas pueden verse a través de él.



                                                            §



               El frente frío que ha entrado tras la lluvia ha traído consigo la niebla, que por
               la mañana cubre todo el puerto. Aun así, Harding se presenta a las seis de la
               mañana, esperanzado, con un termo en la mano —tanto si es alemán como si
               no, en la tienda aún quedan unos cuantos— y su equipo para tomar muestras
               en  una  mochila  que  le  cuelga  del  hombro  en  bandolera.  Burt  niega  con  la

               cabeza junto a un pilote.
                    —Hoy no se podrá navegar en todo el día —se lamenta. No quiere sacar
               el Bluebird con este tiempo. Harding sabe que es la decisión más prudente,






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