Page 52 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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ancestros, quiénes fueron y en qué espacio interestelar vivieron, se borró del

               recuerdo de los pocos supervivientes».
                    Estoy borracho y no digo nada con sentido. O tal vez lo que digo tiene
               demasiado poco sentido como para que importe. De todos modos, os conviene
               prestar atención a esta parte. Es como la historia de fantasmas dentro de la

               historia  de  fantasmas  dentro  de  la  historia  de  fantasmas,  el  núcleo  en  el
               inalcanzable  corazón  de  la  infinitamente  regresiva  babushka,  matroska,
               matrioska, matreska, babushka de mi corazón. Puede que incluso sea la gota
               que derrame el vaso de mi mente.

                    Recordadlo,  estoy  borracho,  así  que  se  me  puede  disculpar  ese
               inexcusable último párrafo. O no.
                    «Cuando  me  convierto  en  la  muerte,  la  muerte  es  la  semilla  de  la  que
               crezco». Burroughs también dijo eso. Jacova, tú serás un huerto de árboles

               frutales. Serás un ondulante bosque de laminariales. Hay un palo en un hoyo
               en el fondo del mar que lleva tu nombre.
                    Ayer por la tarde, asqueado de mirar estas cuatro ennegrecidas paredes,
               conduje  hacia  Monterey,  al  almacén  de  la  calle  Pierce.  La  última  vez  que

               estuve allí los polis aún no habían quitado la cinta amarilla de «Escena del
               crimen. No pasar». Ahora solo hay un gran cartel de «Se vende» y otro más
               grande incluso de «No pasar». Anoté el nombre y el número de la empresa
               inmobiliaria en la parte de atrás de una caja de cerillas. Quiero preguntarles lo

               que les dirán a los clientes potenciales sobre la historia del edificio. Se dice
               que  toda  la  manzana  va  a  ser  recalificada  el  año  próximo,  y  pronto  esos
               edificios  vacíos  serán  convertidos  en  lofts  y  apartamentos.  El
               aburguesamiento aborrece el vacío.

                    Aparqué en un hueco libre en la calle del almacén, esperando que nadie
               me viera, esperando, en particular, que ningún policía que pasara por allí me
               viera.  Caminé  deprisa,  sin  correr,  porque  correr  levanta  sospechas  e
               inevitablemente  llama  la  atención  de  aquellos  que  están  atentos  a  cosas

               sospechosas. No estaba tan borracho como podría haberlo estado, ni siquiera
               tanto  como  debería  haberlo  estado,  y  traté  de  distraerme  fijándome  en  los
               detalles menos llamativos de la calle, el cielo, el tiempo. La basura atrapada
               entre las malas hierbas y la grava: colillas, botellas de plástico de refrescos

               (recuerdo  Pepsi,  Coca  Cola  y  Mountain  Dew),  bolsas  de  papel  y  vasos  de
               restaurantes  de  comida  rápida  (McDonalds,  Del  Taco,  KFC),  cristal  roto,
               trozos irreconocibles de metal, una matrícula de Oregón oxidada. El cielo era
               desgarradoramente azul, el azul de la náusea, un sofocante paraíso en tono

               pastel  tan  solo  estropeado  por  cirros  muy  en  lo  alto.  No  había  más  coches




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