Page 157 - La sangre manda
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9-13 de diciembre de 2020







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               Finders  Keepers  ha  podido  trasladarse  a  su  nueva  oficina,  más  cara,  en  la

               cuarta planta del edificio Frederick, en el centro, porque el negocio va bien, y
               el resto de la semana Holly y Pete están muy ocupados. Holly no dispone de
               tiempo para ver John Law ni apenas para pensar en la explosión en el colegio

               de Pennsylvania, aunque siguen hablando del tema en las noticias y en ningún
               momento acaba de írsele de la cabeza por completo.
                    La agencia mantiene relaciones laborales con dos de los grandes bufetes
               de  la  ciudad,  de  esos  muy  elitistas  y  con  muchos  nombres  en  la  puerta.
               «Macintosh, Beodo y Espía», dice Pete en broma. Como policía retirado, no

               aprecia mucho a los abogados, pero sería el segundo en admitir (Holly sería la
               primera) que la entrega de citaciones y notificaciones es muy rentable.
                    —Felices navidades de mierda a esa gente —dice Pete al salir el jueves

               por la mañana con un maletín lleno de pesadumbre y enojo.
                    Además  de  entregar  documentos,  Finders  Keepers  consta  entre  los
               contactos preferidos de varias compañías de seguros —locales, no filiales de
               las grandes empresas—, y Holly dedica la mayor parte del viernes a investigar
               una  solicitud  de  indemnización  por  incendio  provocado.  Se  trata  de  una

               cantidad sustanciosa, el beneficiario de la póliza necesita de verdad el dinero,
               y  Holly  ha  recibido  el  encargo  de  asegurarse  de  que  ese  hombre  estaba
               realmente  en  Miami,  como  afirma,  cuando  su  almacén  quedó  reducido  a

               cenizas. Se confirma que estaba allí, lo cual es bueno para él, pero no tanto
               para Lake Fidelity.
                    Además de esas cosas, que permiten pagar de manera fiable las facturas
               cuantiosas, hay un moroso fugado al que localizar (eso Holly lo hace con el
               ordenador  y  lo  encuentra  enseguida  consultando  sus  pagos  con  tarjeta  de

               crédito), delincuentes bajo fianza prófugos de la justicia a los que seguir la
               pista  —lo  que  en  el  oficio  se  conoce  como  «rastreo»—,  y  adolescentes  y
               perros perdidos. Pete suele dedicarse a los adolescentes, y a Jerome, cuando

               colabora con ellos, se le dan muy bien los perros.





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