Page 166 - La sangre manda
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Ese es el problema—. Ven a abrazarme, cielo.
Ella lo hace, con la mayor brevedad posible. Cuando se retira, su tío mira
fijamente a Jerome.
—¿Quién es este…? —Por un inquietante momento Holly piensa que va a
decir este negro o quizá incluso este tiznajo, pero eso no ocurre—. ¿Este tipo?
Pensaba que salías con el policía.
Esta vez Holly no se molesta en corregirlo para aclarar quién es ella.
—Es Jerome. Jerome Robinson. Ya lo conoces.
—Ah, ¿sí? Debe de estar fallándome la cabeza. —No lo dice en broma,
sino a modo de tópico, sin ser consciente de que es justo lo que está
ocurriéndole.
Jerome le estrecha la mano.
—¿Cómo está, señor?
—No muy mal para la edad que tengo —dice el tío Henry, y antes de que
pueda añadir algo, Charlotte los llama, prácticamente a gritos, desde la
cocina, anunciando que la comida está servida—. La voz de su amo —dice
Henry de buen humor, y cuando se levanta, se le cae el pantalón. No parece
darse cuenta.
Jerome dirige un leve gesto a Holly con la cabeza, señalando en dirección
a la cocina. Ella lo mira con expresión de duda, pero se va.
—Permítame ayudarle con esto —dice Jerome. El tío Henry, sin contestar,
se limita a mantener la mirada fija en el televisor, con las manos colgando a
los lados mientras Jerome le sube el pantalón—. Listo. ¿Preparado para
comer?
El tío Henry mira a Jerome, sobresaltado, como si acabara de registrar su
presencia, y es probable que sea así.
—En cuanto a ti, no sé, hijo —dice.
—¿No sabe qué? —pregunta Jerome al tiempo que sujeta al tío Henry por
el hombro y lo vuelve hacia la cocina.
—El poli era demasiado viejo para Janey, pero tú pareces demasiado
joven. —Menea la cabeza—. No sé, la verdad.
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Durante el almuerzo, Charlotte reprende al tío Henry todo el tiempo y alguna
que otra vez lo ayuda con la comida. En dos ocasiones abandona la mesa y
vuelve enjugándose los ojos. En sus sesiones de análisis y psicoterapia, Holly
ha llegado a la conclusión de que a su madre la aterroriza la vida tanto como
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