Page 163 - La sangre manda
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—Bueno  —dice  Jerome—,  los  dos  leyeron  el  trabajo  y  les  encantó.

               Aunque, claro, eso es muy distinto de un libro, ¿no? Un libro que podría leer
               mucha  más  gente  que  un  profesor.  Pero,  a  fin  de  cuentas,  trata  de  cuatro
               generaciones atrás…
                    Jerome parece preocupado. Holly advierte que la mira, pero solo con el

               rabillo  del  ojo;  ella  siempre  mantiene  la  mirada  al  frente  cuando  conduce.
               Esas secuencias cinematográficas en que el conductor mira a su acompañante
               durante unos segundos mientras pronuncia su parte de un diálogo la sacan de
               quicio.  Siempre  siente  el  deseo  de  gritar:  ¡Mira  a  la  carretera,  memo!

               ¿Quieres atropellar a un niño mientras hablas de tu vida amorosa?
                    —¿Tú que piensas, Hols?
                    Ella reflexiona.
                    —Pienso  que  deberías  enseñar  a  tus  padres  lo  que  has  enseñado  a  la

               agente  —responde  por  fin—.  Para  ver  qué  dicen.  Para  sondear  sus
               sentimientos y respetarlos. Luego… sigue adelante. Escríbelo todo: lo bueno,
               lo  malo  y  lo  feo.  —Han  llegado  a  la  salida  de  Covington.  Holly  pone  el
               intermitente—.  Nunca  he  escrito  un  libro,  así  que  no  puedo  decirlo  con

               certeza,  pero  me  parece  que  requiere  cierta  valentía.  Eso  es  lo  que  debes
               hacer, creo. Ser valiente.
                    Y  eso  mismo  necesito  yo  ahora,  piensa.  Mi  casa  está  a  solo  tres
               kilómetros, y mi casa es donde encontraré el dolor.





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               La casa de la familia Gibney está en una urbanización llamada Meadowbrook

               Estates. Mientras Holly avanza por la tortuosa telaraña de calles (hacia el nido
               de la araña, piensa, y de inmediato se avergüenza de pensar en su madre en
               esos términos), Jerome dice:
                    —Si  yo  viviera  aquí  y  volviera  a  casa  borracho,  es  probable  que  me
               costase al menos una hora encontrar la casa.

                    Tiene  razón.  Son  las  características  viviendas  de  dos  plantas  de  Nueva
               Inglaterra, que solo se diferencian por el color…, lo que de noche no sería de
               gran ayuda, ni siquiera con la luz de las farolas. Probablemente en los meses

               cálidos tienen flores distintas en los parterres, pero ahora crujientes mantos de
               nieve  vieja  cubren  los  jardines  de  Meadowbrook  Estates.  Holly  podría
               explicar a Jerome que a su madre le gusta esa uniformidad, le da seguridad
               (Charlotte  Gibney  tiene  sus  propios  problemas),  pero  se  abstiene.  Se  está





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