Page 117 - Extraña simiente
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XVIII






                    Paul  señaló,  con  un  movimiento  de  cabeza,  los  cuatro  arañazos  finos  y
               paralelos,  uno  de  los  cuales  estaba  sangrando,  que  tenía  Rachel  en  el
               antebrazo.
                    —¿Y esos arañazos? —le preguntó Paul.

                    Rachel se miró el brazo sin darle mucha importancia.
                    —No son profundos —le contestó.
                    —Bueno, pero deberías ponerte algo, ¿no?
                    —No, no hace falta. Vámonos.

                    —Pero se te puede infectar.
                    —Te  he  dicho  que  no  pasa  nada,  Paul.  —El  tono  de  Rachel  se  estaba
               endureciendo—. Ya me ha arañado antes y nunca ha pasado nada.
                    Paul intentó cogerle el brazo y tocarle los arañazos, pero Rachel apartó

               bruscamente el brazo.
                    Paul puso el coche en marcha.
                    —Compraremos algo en la ciudad —le dijo sin entonación a Rachel.
                    Paul  levantó  el  pie  del  acelerador  y  el  coche  empezó  a  rodar  más

               despacio.  Rachel  se  dio  cuenta  de  que  Paul  estaba  alargando  el  camino,
               despidiéndose  de  la  casa  de  esta  manera.  Bueno,  él  tenía  serios  motivos
               para…
                    —Paul, si no te importa…

                    Él aceleró un poco la marcha.
                    Rachel  no  pudo  dominarse  y  volvió  la  cabeza  para  mirar  una  vez  más
               hacia la casa.
                    —Lo siento —dijo Paul.

                    —No lo sabíamos —replicó Rachel, no muy segura de a quién iba dirigida
               esta disculpa.
                    —No lo podíamos saber. No podíamos adivinarlo.
                    Los  arbustos  que  llegaban  hasta  la  carretera  cubrían  la  casa  casi  por

               completo, sólo se veía aún el tejado. Rachel seguía con la cabeza vuelta, para
               no perderla de vista. El señor Higgins se subió al respaldo de su asiento y bajó



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