Page 132 - Lo Inevitable del Amor
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que Martín se avergüenza un poco de ella. No por fea, que a lo mejor también,
      sino porque no es nada discreta. Mi intención era saludarlos brevemente, pero la
      señora no me suelta y me acribilla a preguntas sobre la casa.
        —¿Y esta casa es muy cara?
        —No la compré —le digo—. Es una herencia.
        —La encargó un matrimonio americano, ¿no?
        —Sí, Gene y Patty, pero no eran matrimonio. Ella le acompañó a España,
      pero sólo eran amigos.
        —El americano era tu padre, ¿no?
        —Deja ya de preguntar —le llama la atención su marido.
        Con una sonrisa aprovecho para desaparecer de allí.
        —¡Qué maravilla de fiesta! —me dice Blanca tocándome por la espalda.
        —¡Gracias, Blanca!
        —Me alegro de que todo acabara bien con Eugenio.
        —La conversación que mantuvimos tú y yo tuvo que ver mucho en eso —le
      recuerdo.
        —A veces no se puede evitar querer a alguien.
        —Ni se puede evitar, ni se puede forzar.
        —Me alegro de verte tan contenta —me dice con una sonrisa.
        Sí, la verdad es que lo estoy. Me encanta esta casa, me gusta vivir en ella. Las
      niñas están mejorando muy deprisa, incluso se han sorprendido en el colegio con
      el cambio. Y yo estoy con la persona a la que siempre he querido.
        —¿Te pongo algo?
        —Sí, ya sabes —le digo a Eugenio—, uno cortito, como el de antes.
        Esta  noche  estoy  tomando  gin-tonic,  lo  que  bebería  mi  madre  si  estuviera
      aquí. La echo mucho de menos, aunque poco a poco me voy acostumbrando a
      que no esté. A veces me da rabia cuando incluso se me olvida recordarla, pero
      sucede. La vida sigue. Es el tópico más cierto de cuantos he escuchado.
        —¡Gracias por invitarme! —me dice Clara, a la que no había podido saludar
      todavía.
        —Gracias a ti por venir —le devuelvo el cumplido.
        —¿Qué tal te va con Lourdes?
        —De maravilla. Llevo dos meses con ella y creo que ya tengo dependencia.
        —La verdad es que engancha —afirma riendo.
        Lourdes es la psicóloga de Clara, que me la recomendó a través de Eugenio.
      Tal cual me propuso Rosario, he buscado una psicóloga para mí y Lourdes es
      fantástica.
        —Me ha dicho Eugenio que todavía no has encontrado trabajo.
        —Estoy en ello —me contesta Clara.
        —Ya sabes que si quieres puedes venir a Puente. Necesitamos gente que sepa
      organizar y Eugenio me ha dicho que eso lo haces de maravilla.
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