Page 128 - Lo Inevitable del Amor
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Mi madre había contactado hace unos meses con Derecho a Morir Dignamente,
una asociación legal con distintas sedes en algunas provincias de España. La de
Madrid está en la misma Puerta del Sol. A través de ellos consiguió la « guía de
autoliberación» , una información para personas, en su mayoría enfermos
terminales, que deciden adelantar su muerte evitando sufrimiento y deterioro.
Con esa guía consigues la fórmula de un cóctel, al que también llaman de
autoliberación, que te provoca una muerte sin sufrimiento en menos de media
hora.
—Yo me marché cuando se quedó dormida y te aseguro que no sufrió.
Luis, el torero, me cuenta esto en una cafetería de la Gran Vía, muy cerca
del hotel en el que mi madre decidió morir.
—Cuando Ernesta me llamó hace un tiempo para contarme lo que quería
hacer —continúa—, el que casi se muere soy yo.
—Yo creía que dejó de verte después de tu cornada —le digo.
—Después de eso nos distanciamos, pero un par de años después nos
volvimos a encontrar.
—Yo sé que ella estuvo muy enamorada de ti, no hace mucho me lo confesó.
—Y yo de ella, pero entre tu madre y yo había una gran diferencia que nos
impidió estar juntos.
—¿Cuál?
—Que yo soy un cobarde.
El día anterior fue cuando mi madre decidió que moriría al día siguiente. Al fin y
al cabo, había que decidir una fecha y antes de cualquier recaída era mejor
anticiparse. Luis la acompañó por la mañana al mercado a comprar los
sanjacobos para las niñas y después los carabineros para mí. Luis me cuenta que
mi madre se puso muy pesada con el pescadero, hasta el punto casi de discutir,
para que escogiera, uno a uno, los mejores.
Después fueron a reservar la habitación en el hotel para venir por la noche.
Una habitación bien grande, con espacio para la cama y para una mesita de
centro y un par de sofás de una plaza. Subieron para que mi madre lo dejara todo
preparado. Se llevó una foto mía, otra de las niñas, un camisón, ropa interior, el