Page 131 - Lo Inevitable del Amor
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TRES MESES DESPUÉS…


      Carla y Julia me han dado el capricho de vestirse las dos igual. Saben que hoy es
      un  día  especial  y  no  han  protestado  cuando  han  visto  los  dos  vestidos  iguales
      encima de sus camas. Hoy es la fiesta de inauguración de la nueva casa y ellas
      están encantadas con tanto jaleo, correteando a su antojo, comiendo pasteles y
      bebiendo Fanta de naranja sin que nadie les ponga límites.
        Casi no cabemos, pero yo lo prefiero así. No hay cosa más triste que una
      fiesta en una casa en la que falta gente y sobra espacio. Desde luego, hoy no es
      el caso. Han venido todos los empleados del estudio y, además, la mayoría lo ha
      hecho con pareja. A ver qué tal se desenvuelven unos con otros con sus maridos
      y mujeres delante. Me refiero a los empleados del estudio que han tenido alguna
      relación entre ellos, que así que yo sepa son algunos y que no sepa deben de ser
      bastantes más. Menos mal que en este tipo de celebraciones no hay una máquina
      de  la  verdad  para  descubrir  quién  se  ha  acostado  con  quién,  porque  habría
      sorpresas  monumentales.  Ahí,  por  ejemplo,  al  lado  de  la  chimenea,  están
      bromeando el marido de una arquitecta con el administrativo con el que su mujer
      está liada y ésta a su vez habla de política con la señora del administrativo, con la
      que parece haber conectado de maravilla.
        Mi padre no para de mirar el cuadro al óleo que hay enfrente del sofá en el
      que está sentado.
        —¿Qué es? —me pregunta.
        —Puede ser cualquier cosa —contesto.
        —Pues me gusta —dice convencido.
        —Tiene algo que hace que no lo puedas dejar de mirar —interviene Eugenio.
        —¿De quién es? —pregunta mi padre.
        —¿Ah, pero no conoces la historia? —se sorprende Eugenio.
        Me voy de allí y dejo a Eugenio contándole a mi padre que yo en un papel y
      Gene en un lienzo hicimos el mismo dibujo sin saberlo. Creo que a mi padre,
      muy  incrédulo  de  condición,  no  le  interesa  mucho  lo  que  le  cuenta  Eugenio
      porque  a  los  pocos  segundos  se  levanta  a  buscar  a  las  niñas,  que  siguen
      correteando de un lado a otro.
        La mujer de Martín, el abogado de Puente, es una señora muy fea. Yo creo
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