Page 29 - Lo Inevitable del Amor
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de mí un deportivo rojo que salía del párking. Mi todoterreno se subió literalmente
      encima del capó del deportivo rojo que conducía Jonathan. Salí sobresaltada, pedí
      disculpas —que aceptaron—, me dijeron que venían de Puente, les dije que yo
      era  la  dueña  e  intercambié  con  Jonathan  el  número  de  teléfono  para  que  las
      compañías  de  seguros  se  pusieran  de  acuerdo.  Él  tenía  prisa  y  yo  no  sabía  ni
      dónde tenía los papeles del coche.
        Han pasado algunas semanas desde que Jonathan y yo nos dimos nuestros
      números y en este tiempo los móviles nos han dado mucho juego. Casi sin darme
      cuenta, después de alguna broma por teléfono, nuestras conversaciones han ido
      subiendo  de  tono.  Al  principio  fingí  sentirme  enfadada  ante  el  descaro  de
      Jonathan, pero luego me he dejado seducir por esa manera tan animal de ser que
      tiene la criatura. Sé que ésta es una historia que no tiene mucho sentido. O sí. Ya
      veremos. El caso es que en este momento estoy mirando en la pantalla del móvil
      una  de  las  muchas  fotos  que  Jonathan  me  ha  mandado  estos  días.  Está  en
      calzoncillos. Tiene las piernas musculadas y el torso con unos pectorales y unos
      abdominales  perfectamente  definidos.  He  ampliado  la  foto  del  móvil  para
      intentar descubrir si lo que se adivina bajo el calzoncillo es lo que imagino o es un
      efecto óptico provocado por alguna sombra. Debe de ser esto último, porque si no
      es un efecto, lo que el futbolista tiene ahí no es algo normal. Tengo casi cuarenta
      años y él veinticinco. Él está jugando, pero a mí me ha hecho pensar.
        La  foto  en  calzoncillos  de  Jonathan  desaparece  del  móvil  al  entrar  una
      llamada con número oculto.
        —¿Diga?
        —¿María Puente, por favor?
        —Sí, soy yo.
        —Soy Rocío Hurtado, de Skadden.
        —¿De dónde?
        —Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom, los abogados de Gene Dawson.
        —¡Ah, sí! ¿Me llama desde Nueva York?
        —No,  nosotros  somos  la  delegación  de  Skadden  en  España.  Estamos  en
      Barcelona.  Necesitaríamos  concertar  una  cita  con  usted  para  aclarar  algunas
      cuestiones.
        —Sí, estaba esperando su llamada para solucionar el tema de la casa. Pero es
      mejor que se reúnan con Óscar Palau, es mi marido y el director financiero del
      estudio.
        —No, señora, esto no es sólo por la casa.
        —¿Ah, no?
        —El tema de la casa ya se solucionará. Se trata de una cuestión importante
      que deberíamos abordar con usted en persona lo antes posible.
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