Page 35 - Lo Inevitable del Amor
P. 35
gusta. Le busco con mis manos para tocarle. Cuando lo hago y mi tacto la
descubre, otra vez me quedo sin palabras y de mi boca vuelve a salir el instintivo
« ¡jooooderrrr!» . Pone una mano sobre mi espalda y me empuja hacia delante.
Me sube en la cama, al borde, a cuatro patas. Él se mantiene de pie, detrás de mí.
Me coge por la cintura, colocándome a la altura y la distancia precisas y de
repente la siento. Suspiro fuerte y grito cuando la noto entrar en mí. Del todo.
Cierro los ojos, aprieto las sábanas con mis manos y de nuevo « ¡jooooderrrr!» ,
ahora tres veces seguidas. Le pido que siga y que no pare. Me dice que lo que yo
quiera con una sorprendente seguridad. Y es verdad que no para y es verdad que
yo no puedo parar. Con lo que a mí me ha costado tantas veces acabar
plenamente con hombres que no fueran Óscar y ahora que yo creo que no han
pasado ni dos minutos ya no me puedo aguantar. Ya lo creo que no me aguanto y
vuelvo a mi palabra favorita de esta mañana que repito sin parar no sé cuántas
veces mientras me desplomo sobre la cama. Él sigue detrás de mí y siento cómo
termina muy poco después. Yo todavía tumbada boca abajo y él, encima de mí,
tratamos de recuperar el ritmo normal de nuestra respiración.
—¿Te ha gustado?
Me entra la risa al escuchar la pregunta.
—¿De qué te ríes?
—De nada. Es que eso no se pregunta.
—¿Ah, no?
—No, hombre, no.
—¿Y por qué no?
—Pues no sé por qué no, pero eso no se pregunta.
—Me la suda. ¿Te ha gustado o no?
—Ha sido diferente.
—¿El qué?
—No sé. A lo mejor soy yo, que contigo soy diferente.
Ahora es a él al que le entra la risa.
—¡Qué rara eres, coño! —dice sin parar de reír—. Yo es que no entiendo lo
que dices.
—Da igual. Son cosas mías.
—Claro, claro. Oye, María, ¿te importaría marcharte ya? Es que tengo prisa.
Ninguno de los hombres que conozco podría decir algo así, aunque lo
estuviera deseando, y yo tampoco se lo consentiría. Con Jonathan es diferente
porque con Jonathan, aunque él no lo entienda, la diferente soy yo.
En Barcelona está diluviando y hay huelga de taxis. Cuando veo todavía desde
dentro de la estación la cola que hay para coger alguno de los que se han
establecido como servicios mínimos, decido coger el metro para llegar a la cita