Page 50 - Lo Inevitable del Amor
P. 50

Blanca Ríos ha publicado un artículo demoledor sobre mi trabajo. Es increíble
      hasta dónde puede llegar la envidia de una arquitecta frustrada incapaz de haber
      conseguido nada. El artículo lo ha publicado en Planos, la revista especializada
      más  prestigiosa  del  sector,  la  que  lee  todo  el  mundo  que  tiene  relación  con  la
      arquitectura  o  el  interiorismo  en  España.  Blanca  ha  decidido  ridiculizar  mi
      trabajo en su artículo con la única intención de hacerme daño. No sé si tendré
      posibilidades  de  ganarla,  pero  como  exista  la  más  mínima  voy  a  demandarla
      mañana mismo.
        Yo no tengo amigas. No sé muy bien si es que no las he sabido conservar o es
      que realmente nunca las he tenido. Me refiero a esas amigas íntimas a las que se
      les puede contar todo, discutir y quererse sin guardar demasiado las formas ni
      para una cosa ni para la otra. No tengo ese grado de amistad con ninguna chica y
      con las que más unida he estado desde la infancia, el instituto o los primeros años
      de  la  universidad  han  ido  desapareciendo  de  mi  vida  sin  motivo  y  sin  darme
      cuenta.
        De niña tenía una amiga que se llamaba Andrea; éramos inseparables en el
      colegio y además casi vecinas. Yo no recuerdo haber llorado, ni posiblemente
      haber tenido un dolor tan profundo como cuando al padre de Andrea, que era
      ingeniero creo, le trasladaron y se fueron a vivir a Argentina. Eso fue en quinto,
      con diez años, y aunque nos seguimos escribiendo muchas cartas los primeros
      meses, después fueron siendo menos y pasado un año dejamos de hacerlo. No
      hace  mucho  que  he  tecleado  su  nombre  en  Facebook  con  la  ilusión  de
      encontrarla, pero no aparece. Hay un montón de chicas con el mismo nombre,
      pero ninguna de ellas es la Andrea Martínez que yo conocí en el colegio.
        Por orden cronológico mi siguiente gran amiga fue Sandra, en el instituto. Es
      la  chica  que  iba  conmigo  cuando  nos  atracaron  en  el  metro.  También  fuimos
      muy amigas en la adolescencia, casi inseparables. Menuda edad esa de los doce
      a los quince, que lo pienso ahora y me da vergüenza lo tonta que puede llegar a
      ser una niña a esa edad. Nosotras, además, éramos muy pijas, que en esa época
      consistía en llevar polos Lacoste, Levis 501 y jersey Privata, así que recuerde.
      Nos gustaban los chicos más mayores, los que tenían quince o dieciséis. Ya con
      esa edad se afeitaban, que era algo que los situaba para nosotras en hombres casi
      inalcanzables. Tengo yo, desde siempre y no sé por qué, una especie de obsesión
   45   46   47   48   49   50   51   52   53   54   55