Page 51 - Lo Inevitable del Amor
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erótica con eso del afeitado. Para mí, un hombre afeitándose frente al espejo es
      una de las imágenes más sexys que puedo ver o imaginar. Es para mí una forma
      muy recurrente de excitarme. El año antes de entrar en la universidad Sandra se
      echó un novio y yo otro y de manera natural, sin que pasara nada entre nosotras,
      nos  fuimos  distanciando.  Ella  hizo  Química  y  da  clases  de  bachillerato  en  un
      instituto. Está casada y tiene un niño. Todo esto lo sé porque ella sí es amiga mía
      de  Facebook.  Siempre  decimos  que  tenemos  que  quedar,  pero  luego  nunca  lo
      hacemos.
        Mi otra gran amiga fue precisamente Blanca Ríos, a la que conocí en primero
      de Arquitectura —estaba con ella y Elisa, otra amiga común, el día que conocí a
      Eugenio—. Blanca y yo estuvimos muy unidas durante toda la carrera. Mis notas
      siempre  fueron  mejores,  pero  ella  tampoco  repitió  ningún  curso,  así  que
      empezamos y acabamos al mismo tiempo. Con Blanca conecté muy bien desde
      el  principio  porque  teníamos  gustos  muy  parecidos  en  casi  todo  e
      ideológicamente también estábamos próximas en eso del feminismo de salón que
      practicábamos.  Estuvo  trabajando  en  Puente  el  primer  año  y  después  decidió
      dedicarse al interiorismo y crear su propia empresa. Ahora, además, publica en
      Planos, en la que ha escrito el artículo en el que me ha puesto a parir. Bueno, a mí
      no, al tipo de arquitectura que hago, que ella sabe que en el fondo es lo mismo.
      Lo titula « Fórmulas repetitivas»  y, entre otras cosas, viene a decir que mis casas
      son  todas  iguales,  que  impresionan  sólo  a  los  nuevos  ricos  sin  referencias
      culturales  y  que  son  mucho  mejores  para  enseñar  que  para  vivir.  Tengo  tanta
      rabia dentro que no me salen ni las lágrimas.
      Dedico demasiadas horas a mi trabajo. No me importa, porque me gusta mucho
      lo  que  hago,  aunque  pasar  casi  todo  el  día  entre  el  estudio  y  las  obras  tiene
      algunos inconvenientes. Todo lo que no es trabajo, eso que compone el resto de
      mi vida, incluida yo misma, siempre está desatendido. Vivo con esa sensación
      permanentemente. Voy desplazando todas las tareas al fin de semana porque los
      días de diario no tengo tiempo de hacer nada, pero luego, cuando llega el sábado,
      no  me  apetece  hacerlo.  Desde  ir  a  la  peluquería,  hacer  la  compra  o  algo  tan
      simple como depilarme. Que por cierto, esta mañana me he tenido que poner
      pantalones,  porque  ni  con  medias  tupidas  disimulo  el  vello  de  las  pantorrillas.
      Decir vello es como decir pelo, pero no suena tan mal. Sea vello o sea pelo lo que
      tengo ahora en las piernas, el caso es que hoy me he tenido que poner pantalones.
      Me hice la depilación láser, pero aún me faltan un par de sesiones para que sea
      definitiva y no saco tiempo para ir.
        Hacer la compra es otra tarea imposible. Ir el sábado al súper me produce
      mucho  agobio.  Vamos  Óscar,  las  niñas  y  yo,  y  como  cualquier  familia,  nos
      pasamos  media  hora  para  aparcar,  tres  horas  paseando  por  los  pasillos  para
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