Page 144 - Abrázame Fuerte
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Se abre la puerta de nuevo, y entran su madre y su primo. Al verlo despierto,
se dirigen tímidamente hacia él con una sonrisa triste. Su madre le acaricia el
pelo con los ojos vidriosos. Manu le coge la mano derecha. Y ambos hablan a la
vez. Están nerviosos y, en realidad, aunque no callan, no saben qué decir. En la
habitación se respira una mezcla de alegría, compasión y temor por lo que podría
haber pasado.
Sergio no tiene demasiadas ganas de hablar. Su madre le cuenta que estuvo
cinco horas en el quirófano, y que es normal que se sienta cansado. También le
cuenta cómo sucedió todo y el susto que se llevaron en un monólogo de casi
veinte minutos.
Para Sergio es como si le contasen una película de la que él es el protagonista
pero de la que no recuerda nada. Se siente como si, de alguna manera, todo
volviese a funcionar después de una larga hibernación.
Con mucha lentitud, come sin ganas la gelatina roja que le han preparado
para desayunar mientras su madre le da el parte médico.
—Te has fracturado la pierna por tres sitios. Los médicos te han puesto una
placa de hierro en el interior y han dicho que tienes para unos tres meses de
rehabilitación. También han dicho que has tenido mucha suerte.
Sergio suspira tras la sentencia de su madre; se mira las manos, las abre y las
cierra.
—Tienes razón. He tenido mucha suerte. Mis manos están bien. Aún puedo
pintar.
La habitación se queda en silencio. Su madre y Manu observan los gestos del
muchacho. Lo que acaba de decir no parece propio del Sergio a quien conocen,
sino de un hombre cansado y mayor. Su madre le sonríe. Es normal que se digan
esa clase de cosas cuando uno ha sufrido un accidente. De hecho, suele pasar;
después de tener un accidente, uno no sabe muy bien lo que debe decir, porque
los hechos hablan por sí solos.
Manu rompe el silencio, y abre un maletín de cuero negro.
—Mira lo que te he traído. Los médicos nos han dado permiso, y creo que te
será de ayuda. Es el mío y te lo dejo… —Manu le sonríe mientras abre su
ordenador, lo enciende y lo pone en la mesita de noche.
Sergio mira a su primo y, con la voz ronca, le dice:
—Gracias primo, tú siempre piensas en todo.
Al mediodía, al salir del instituto
Las Princess se reúnen en la puerta del instituto, formando un corrillo con las
mochilas en el centro. Escuchan atentamente a Bea, quien les cuenta aturdida la
noticia del accidente. No tiene mucha información al respecto. Sólo sabe que,