Page 139 - Abrázame Fuerte
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Capítulo 22
¡Qué bonita es la princesa!
¡Qué traviesa!
¡Qué bonita
la princesa pequeñita
de los cuadros de Watteau!
Yo la miro, ¡yo la admiro,
yo la adoro!
Si suspira, yo suspiro;
si ella llora, también lloro;
si ella ríe, río yo.
MANUEL MACHADO
En el gimnasio municipal, domingo por la mañana
Bea no puede parar de correr. Lleva un montón de rato corriendo y parece que le
va a saltar el corazón. No le gustan demasiado las cintas, ella es más de correr en
la calle, pero a veces las luces, los coches o los árboles la distraen. En la cinta del
gimnasio puede correr, y nada más que correr. Parece una modelo. Con sus
mallas negras, su coletero rosa y su top apretado blanco a juego con las
zapatillas. También lleva un pulsímetro en la muñeca para medir los latidos de su
corazón.
A su alrededor sólo ve gente mayor.
« ¿Quién va al gimnasio un domingo por la mañana? Viejos y gente rara» , se
dice. Lleva todo el fin de semana sin salir, y superagobiada, pensando en Sergio.
Le pidió espacio, así que ella no piensa llamarlo. Lo tiene claro. Es demasiado
orgullosa.
—Chica, para, que llevas más de una hora —le dice un monitor.
—Sí, creo que ya tengo suficiente —contesta Bea resoplando, y aprieta el
botón de stop de la máquina.
Salta de la cinta, bebe agua y, sin cambiarse siquiera, vuelve a casa. Por el