Page 141 - Abrázame Fuerte
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de urgencia, y muy larga. Ahora está en la UCI. En un par de días podrás venir a
      verlo.
        Destrozada, Bea cuelga el teléfono. Se siente paralizada. Gritaría. Lo único
      que se le ocurre para paliar ese dolor es volver al gimnasio a correr dos horas
      más.

      Mientras, en la calle
      Ana  y  Estela  han  decidido  ir  de  compras.  Ahora  que  Ana  tiene  novio,  debe
      cuidar su look más que nunca. No disponen de demasiado presupuesto pero, con
      quince euros, Estela es capaz de encontrar las gangas más gangas.
        —Me parece que en esta callecita había un outlet  que  estaba  superbién  —
      comenta Estela dando la mano a su amiga.
        —¿Estás segura de dónde nos metemos? Estos callejones me dan un poco de
      miedo.
        —Tranquila, princesa, yo te protejo —bromea la otra Princess  mientras  la
      agarra del cuello como si fuera su novio. En realidad, ella también está un poco
      asustada, pero no puede mostrarse débil delante de su amiga.
        Entran  en  el  callejón.  Hace  un  día  soleado,  pero  como  la  calle  es  tan
      estrecha, parece que ha oscurecido de golpe. Hay un par de mendigos tirados en
      el suelo y una pareja hace extraños intercambios en la siguiente esquina. El olor
      de la calle también ha cambiado.
        —¡Qué  peste!  ¿Podemos  salir  de  aquí,  por  favor?  —suplica  Ana,  que  está
      muerta de miedo.
        —Tranquila, casi hemos llegado. Yo diría que era por aquí…, o no, por allá.
        Ana está aterrorizada: su amiga se ha perdido. Cuando están a punto de dar
      media vuelta y deshacer el camino, oyen una música que les resulta familiar.
      Claro, es una versión de una vieja canción que les encanta. Sobre todo a Estela.
        —Es un cantante callejero. ¡Cómo mola! —dice emocionada—. Me encanta
      esta canción…
        Las chicas, que sienten curiosidad por conocer al cantante, se acercan algo
      más  para  poder  verlo  porque  hay  un  contenedor  entre  éste  y  ellas  que  se  lo
      impide.  Se  llevan  una  sorpresa  mayúscula  cuando  descubren  la  identidad  del
      músico.
        —¡Es Marcos! ¡Agáchate! —susurra Estela al tiempo que agacha la cabeza y
      obliga a su amiga a hacer lo mismo.
        Marcos no se ha dado cuenta. Le gusta mucho cantar en la calle, y en ese
      barrio en particular. Un barrio pobre, donde nadie le va a juzgar y donde no se va
      a encontrar a ningún conocido. Y, de este modo, también se saca algunos eurillos
      extra que no le vienen nada mal (quiere comprarse una guitarra nueva). Pero
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