Page 207 - Abrázame Fuerte
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antes.  Estos  cinco  minutos  le  parecen  eternos.  Silvia  repasa  mentalmente  la
      situación en la cocina por la mañana. Está segura de que ha pasado algo entre
      ella y el chico. Algo…, pero no sabe muy bien lo que es.
        ¡Nacho! ¡Cómo no se había fijado antes! La chica no deja de pensar en él
      como si fuera ese jersey tan caro que has visto en las rebajas pero que no tenías
      dinero para comprar y que, ya en casa, no dejas de visualizar porque lo quieres.
      ¡Lo quieres!
        La espera se le hace cada vez más incierta. « Tranquila, va a llegar» , se dice
      la chica mientras mira la hora en el teléfono móvil.
        —Guapa,  ¿tienes  fuego?  —Un  chico  con  una  gorra  de  hip  hop  amarilla,
      cargado con un collar dorado acabado en un dólar con diamantes blancos (de
      plástico)  y  unos  pantalones  anchos  caídos,  se  le  acerca  con  un  andar  un  poco
      vacilón.
        —Mmm… No —responde Silvia tímidamente; inconscientemente, sujeta el
      bolso contra su vientre.
        —¿Y estás sola? —Parece que el chico tiene ganas de conversar pero a Silvia
      le inquieta. Además, casi no frecuenta esta zona, aunque esté cerca de su casa.
      Eso quiere decir que no le es nada familiar, ni tampoco conoce a la gente. Si en
      este mismo instante le dijesen que está en otra plaza de otra ciudad, no tendría
      más remedio que aceptarlo.
        » Oye, ¿se te ha comido la lengua algún gatito? —El chico insiste, pero parece
      inofensivo.
        —No. Estoy esperando a un león —responde ella segura de sí misma.
        —¿Un león? ¿Y no prefieres un tigre? —le sonríe el chico con sensualidad.
        —Tú  no  eres  un  tigre  —contraataca  ella—.  Los  tigres  no  llevan  una  gorra
      amarilla como ésa.
        El chico, sorprendido, se quita la gorra.
        —¿Y ahora, mejor? —Parece que va a por todas.
        —Ni  mejor  ni  peor.  —Silvia  se  está  defendiendo  bien.  La  conversación  le
      calma los nervios que habían aparecido durante la espera. Además, el chico no
      es nada más que un ligón de parque, se le nota a mil leguas que tira la caña a
      todas, y que rara vez pesca algo.
        A lo lejos, ¡por fin!, ve llegar a Nacho. Silvia se alegra y le hace una señal
      con la mano. Nacho le responde con una sonrisa.
        —Bueno, supongo que ya ha llegado tu león —dice el desconocido.
        —Sí,  ahí  viene,  y  vigila  que  es  muy  territorial.  —Silvia  le  sonríe.  El  galán
      hace  ademán  de  irse  con  una  despedida  al  estilo  rap  moviendo  las  manos  y
      poniendo cara de: « Eh, nena, estoy aquí cuando tú quieras que esté aquí» .
        Nacho se acerca a Silvia, le da dos besos y sigue con la mirada al chico que
      hablaba con ella, que se aleja.
        —¿Quién era?
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