Page 88 - Abrázame Fuerte
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Capítulo 14
Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Sábado noche, en casa de Ana
Suena el timbre. No es demasiado tarde, pero en casa de los Castro no es nada
corriente que llamen a la puerta un sábado después de la cena. Antonio y Rita son
el típico matrimonio sin amigos que se pasan el día en casa viendo la tele. De los
que consideran que salir a la calle a gastar es tirar el dinero. Y no les gustan nada
las visitas sorpresa.
—¿Quién narices llama a estas horas? ¿Esperas a alguien, Rita? —pregunta el
señor Castro mientras se sube el pantalón del pijama—. Que no intenten
vendernos nada, porque los mando al carajo.
La señora Castro no se levanta del sofá ni contesta a su marido. Está viendo
un programa de esos del corazón mientras hace un crucigrama. Ni siquiera ha
oído el timbre.
Ana lo oye todo desde su cuarto, pero no se levanta de la cama. Está muy
desanimada, sin ganas de hacer nada, y el fin de semana se le presenta como
una enorme montaña que uno tiene que subir cuando apenas le quedan fuerzas.
De repente, oye que se abre la puerta y se sorprende al oír la voz de su amiga
Bea:
—Hola, señor Castro, vengo a traerle su iPad —oye decir a su amiga.
En la entrada, Bea entrega el aparato al padre de Ana, como si fuera un