Page 91 - Abrázame Fuerte
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comportamientos violentos. ¿Me habéis entendido?
        —Sí, pero… —Silvia intenta justificarse, pero su madre la frena.
        —¡Ni pero ni nada! No, Silvia…, éstas no son maneras… Y tú, David… —la
      señora Ribero tiene una actitud tajante.
        —Yo, mamá, ¿qué? ¡Ha sido ella! —se excusa el chico.
        —Silvia,  a  tu  habitación.  No  quiero  oír  ninguna  queja  más.  Y  recoge  todo
      esto. El lavabo está hecho un asco —termina, señalando el perfume, aún en el
      suelo.
        —Se me ha caído por culpa de David. Me ha asustado con tanto grito —dice
      su hija mientras seca el suelo con una toalla.
        —¡Qué desastre! —bufa Dolores.
        Silvia no soporta que su madre se ponga así. Se va corriendo a su habitación
      con lágrimas de impotencia a punto de rodar mejillas abajo. « Tengo unas ganas
      de cumplir los dieciocho…» , piensa, y se encierra en su habitación.
        —En cuanto a ti, David —oye Silvia decir a su madre desde el otro lado de la
      puerta—, ya no tienes edad para tratar así ni a tu hermana ni a nadie. Ya eres
      mayorcito  para  que  tus  padres  continúen  castigándote  y  regañándote  como  si
      fueras  un  crío,  ¿no  te  parece?  —Dolores  mira  fijamente  a  su  hijo  e  insiste—:
      ¿Entendido?
        —Sí, mamáaa… Lo sientooo… —responde él.
      En ese mismo instante, en el parque
      Hace rato que Ana y Estela esperan a Silvia. Miran sus móviles. No hay señal de
      ella.
        —¿Le habrá pasado algo? Silvia es superpuntual —comenta Ana.
        Estela anda distraída mirando el móvil; espera recibir un mensaje de su Leo.
        —A lo mejor ya está en el Club. Le envío un SMS y le digo que vamos para
      allí —responde su amiga de manera automática, tecleando en su móvil.
        —¿Estás bien, Estela?
        Estela suspira tras la pregunta de Ana.
        —¿Sabes?… Esta semana he estado pensando en algo… —responde.
        —¿En qué? —pregunta Ana, curiosa.
        —Estoy  harta  de  pasarme  la  vida  esperando.  Ya  me  entiendes…  Tengo  la
      sensación  de  esperar  siempre  algo  mejor.  Y  eso  « mejor»   no  llega  nunca  y,
      cuando llega, lo hace por sorpresa.
        Ana mira a la otra Princess sin entender mucho.
        —Estás hablando de chicos, ¿verdad? —pregunta.
        —Pues claro —contesta Estela, con una sonrisa pícara.
        Juntas,  y  cogidas  de  la  mano,  las  dos  amigas  se  marchan  del  parque  en
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