Page 117 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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agitándose, las cordilleras rugían con él. Cuando se encontraron
con su pavor y gloria, las cordilleras, empapadas de agua, levanta
ron sus cabezas llenas de deliciosa vegetación y en los agostados flan
cos de Aratta, en medio de las montañas, castigadas por la sequía,
el trigo llegó a brotar por sí solo, y las viñas también brotaron por
sí mismas. Aquel trigo, que había nacido espontáneamente, lo api
laron y lo llevaron hasta donde estaba el señor de Aratta. Lo amon
tonaron ante él en su Corte.
El señor de Aratta echó una ojeada al trigo y delante de todos
sus supervisores se burló del mensajero. El señor de Aratta le dijo
a éste:
— De la manera más magnífica, Inanna, reina de todas las tierras,
se ha manifestado. Es evidente que no ha abandonado su hogar, Arat
ta. La diosa no se ha entregado a Uruk, no ha abandonado su casa
de lapislázuli, no se ha ido al recinto del Eanna, no ha abandonado
a la Montaña de los me inmaculados, no ha marchado al templo de
Kullab, no se ha entregado al lecho lleno de flores girin. Ella no me
ha abandonado, no me ha entregado al señor de Uruk y de Kullab.
La reina de todas las tierras ha rodeado a Aratta, a derecha e izquier
da, como con las aguas contenidas en una poderosa presa.
Dicho aquello, el señor de Aratta le relató brevemente al men
sajero los orígenes milagrosos del pueblo de Aratta.
— ¡Mensajero, escucha! Los hombres de Aratta son hombres ele
gidos entre los demás, son hombres a quienes Dumuzi escogió de
entre los hombres. Ellos llevan a cabo las órdenes de la sagrada Inan
na, son campeones despiertos, esclavos nacidos en la casa de Dumu
zi, son verdaderamente excepcionales. Estuvieron en las aguas del
Diluvio; pero una vez que pasó aquél, Inanna, la reina de todas las
tierras, por su gran amor a Dumuzi, les roció con el agua de la
vida, y puso el país bajo su mando.
El mensajero, puesto en antecedentes acerca de los tiempos leja
nos de Aratta, retornó rápidamente a Uruk. Le contó a su señor
todo lo ocurrido, explayándose especialmente en la milagrosa llu
via de Ishkur, la cual había facilitado trigo a Aratta de un modo
inesperado, mágico.
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