Page 143 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Confiando en Inanna, la gran diosa de Uruk, la hija de An y de
Antum, Gilgam esh, el señor de Kullab — nombre de uno de los dis
tritos religiosos de la ciudad— , no se tomó muy en serio las palabras
de los ancianos de su ciudad. Era lógica la respuesta dada por los ancia
nos consultados, dado el carácter conservador propio de la vejez.
Por segunda vez Gilgamesh, el señor de Kullab, expuso el asun
to, pero ahora a los hombres de su ciudad. Así les habló:
— N o os sometáis a la casa de Kish para terminar con el yaci
miento de arcilla, para terminar con nuestra arcilla, la de mejor cali
dad del país. Con nuestra sumisión agotaríamos la extracción de la
arcilla. Nos obligaría a exportársela. ¡Ataquemos a Kish con las armas!
Reunidos en asamblea, los hombres de su ciudad dieron res
puesta a Gilgamesh:
— Como dice el refrán: ¿quién tiene aliento suficiente para esto:
estar todo el tiempo de pie y dispuesto, estar todo el tiempo sen
tado y de servicio, proteger al hijo del rey y correr más que las
patas del burro que tira del carro del príncipe? ¿Quién tiene sufi
ciente resuello para eso? No nos sometamos a la casa de Kish. ¡Ata-
quémosla con las armas!
Tras aquella respuesta, propia del ardor juvenil, los hombres de
Uruk continuaron diciendo a Gilgamesh:
— Uruk, obra de las manos de los dioses, Eanna, el templo que
ha descendido del cielo — ¡los grandes dioses fueron los que dise
ñaron sus planos!— , la gran muralla, a modo de una pesada nube
descansando sobre la tierra, la morada augusta, fundación del gran
dios An, todo ello te fue confiado a ti, intrépido rey, cabeza esplén
dida, príncipe amado de An. Sin embargo, ¿cómo puedes tener
miedo ante la noticia de la venida de Agga?
Después de aquellas palabras que animaban a Gilgamesh a luchar
contra el enemigo, los hombres de Uruk prosiguieron díciéndole:
— Hemos de aprovechar la ocasión. Las tropas enemigas estarán
débiles, con certeza estarán ociosas, sobre todo las de retaguardia.
Además serán incapaces de navegar por el Eufrates a base de remos
desde Kish hasta nuestra ciudad. ¡Hay demasiada distancia! N o
podrán hacer frente a nuestro rey.
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