Page 150 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 150
gue mi simlahl* También con él podré regresar al mundo de los seres
vivos, aunque seré invisible a todos. ¡Hermana mía, dame mi heren
cia, mi parte del hogar paterno para que mi silah pueda acudir a
él!
Cada vez llegaban más imprecisas las palabras del dios Lil, quien
seguía hablando en un deseo de incorporarse a la vida celeste. Sin
embargo, viendo la gran cantidad de hombres y mujeres de toda
edad y condición que pululaban por el Infierno, perseguidos y con
trolados por los demonios, viendo que también había dioses que
habían sido condenados al abismo, terminó por rendirse, por no
oponerse al implacable destino.
¡Egime, hermana mía, pide a mi padre que me presente agua,
que ella sea mi herencia de eternidad, que con ella pueda apagar
la infinita sed que me aguarda! ¡Que mi madre me presente pren
das de lana, para que mi cuerpo pueda reposar! No quiero ir des
nudo ni cobijado con plumas de ave, mientras camino errante por
esta oscura mansión, en la que el frío es insoportable! ¡Que mi
prometida, escogida para mi por mi padre, me presente cereales!
¡Que se acuerde de mí! ¡Acércame un lecho funerario: haz que se
recite ante él el ritual del im-bi ba-bañ ¡Depositadme ofrendas fune
rarias! ¡Derramad agua en la fosa, regad el Polvo de la Tierra!
Dando un profundo suspiro el dios Lil pronunció sus últimas
palabras:
-—¡Oh Egime, hermana mía, los dioses infernales no me libe
ran! ¡Estoy condenado a padecer en este Kurl
LA LAMENTACIÓN DE URNAMMA EN LOS INFIERNOS
En algo más de 240 líneas, se compuso en lengua sumeria, hacia el
2000 a. C., y sobre una única tablilla, luego copiada varias veces,
* El simlah quizá sea una variante lexical del silah o, tal vez, otra parte cons
tituyente de la personalidad. Piénsese en la creencia egipcia sobre los componentes
del ser humano.
- 156 -