Page 152 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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do  y  cultivado  por  el  engar, el  granjero  diligente, le  produce  poco.
       Enkimdu,  el  dios  de  la  zanja  y  del  dique,  se  llevó  la  zanja  y  el
       dique. El  suelo  quedó  en  su  soledad. Las  plantas  fieles, aquéllas  en
       las que se puede confiar, quedaron anegadas. En las estepas las plan­
       tas  no  crecían.  Sin  embargo,  las  plantas  malsanas  sí  crecieron.  Las
       vacas  y  los  establos  fueron  destruidos, los  terneros, privados  de  sus
       madres, murieron.


          El  sabio  pastor Urnamma,  experto  en  la  batalla  y  en  los  com­
       bates, el  rey  de  Sumer, Urnamma, el jefe  de  Sumer, yace  enfermo.
       Su mano  está paralizada. No puede hacer nada con ella. Está enfer­
       mo. Su pie está paralizado. No puede hacer nada con él. Está enfer­
       mo. Los  rituales  han  sido  celebrados.
          Desde  el  lugar  del  combate  el  fiel  pastor,  el  rey, la  gran  espa­
       da  de  Sumer, Urnamma, el  rey  del  país, fue  llevado  a  Ur, fue  lle­
       vado  a  la  Casa  del  Descanso.  Se  le  hizo  entrar  en  la  Casa  de  la
       Lamentación.  El  fiel  pastor  está  en  su  palacio.  El  supervisor  de
       todas las  tierras yace  tumbado, continúa  su lucha. El campeón  del
       país  ha  caído, ha  sido  devastado  como  una  montaña. La  tierra  ha
       sido  sumergida. Como  un bosque  hashur, sus rasgos han  sido  alte­
       rados.  Han  puesto  el  hacha  sobre  la  vivienda  del  rey,  como  si  se
       talara  un  árbol  de  boj.  ¡Cómo  se  cambió  el  destino  del  héroe  en
       su  palacio!
          El  lecho  de su  esposa fue  cubierto por  el Viento  del  Sur.  Igual­
       mente, se  extendió  sobre  los  de  sus  concubinas. Los  días  del  rey se
       cumplieron.  Las  dulces  plegarias  no  fueron  aceptadas.  Una  mano,
       que  causa  problemas, se  ha  acercado, alzándose  contra  tales  plega­
       rias.  Sus  regalos  fueron  rechazados  por  los  dioses Anunnaki. A  su
       lamentación, dichos  dioses  respondieron:
          — Sus  días  no  han  sido  completados.


          Debido  a las  palabras  pronunciadas  por Enlil  no  existía  ningún
       consuelo.  La  razón  del  amado  por  ellos,  de  Urnamma,  había  sido
       alterada. En  el  lugar  de  la  matanza,  Urnamma  había  sido  abando­
       nado  como  una  vasija  rota.


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