Page 162 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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voy a disponer. ¡Vete y tráeme lo más rápidamente posible su res
puesta.
Cuando Nuska, el jefe de la Asamblea, hubo recibido las órde
nes de Enlil, sin perder un instante se puso en camino y llegó a
Eresh. Arribado allí, penetró en el Ezagin, residencia de Nanibgal,
esto es de Nisaba, a quien también se la conocía con aquel otro
nombre. Allí se prosternó ante ella, sentada en su trono; después el
enviado de Enlil se irguió y la miró a los ojos.
La diosa le preguntó:
— ¿Qué te trae por aquí, Nuska? Hace tiempo que no nos veía
mos. ¡Dime qué recado traes!
El mensajero de Enlil, tras agradecer el recibimiento, le dio cuen
ta de los deseos de su señor, de Enlil, repitiéndole una a una las pala
bras que se le habían dicho.
Cuando hubo terminado de hablar, Nanibgal se dirigió cortés-
mente al mensajero:
— Oh, digno consejero de tu rey, siempre atento a sus órdenes,
nadie como tú puede dar, cada día, sus consejos al Gran Monte.
N o tengo nada que reprochar a la petición que he recibido del
rey. Si me has informado con verdad, rectamente — y creo que no
has mentido— , ¿cómo rechazaría al que me trae tan extraordina
rios favores? El mensaje de vuestra casa alegra nuestros corazones
y nuestras almas y consideramos que las explicaciones nos han sido
dadas y que la ofensa, que se hizo a Sud al creerla una mujer de la
vida, ha quedado borrada por los regalos de boda y los presentes
personales. Respóndele, pues, a Enlil: «¡Yo seré tu suegra! ¡Cumple
tus deseos!» Respóndele a Enlil, el Gran Monte: «¡Realiza tus de
seos! Que tu hermana venga aquí: le cederé mi lugar. Aruru será
como mi nuera: tendrá el control en toda mi casa!» Así le hablarás
a tu señor, en su sublime Kiur. ¡Repite todo esto a Enlil en el
secreto de su cámara santa!
Y cuando la noble Nisaba, en su augusto santuario, hubo dado
estas órdenes al mensajero, reclamó un lugar de honor e instaló
en él a Nuska. Asimismo, hizo disponer para él una mesa encanta
dora.
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