Page 165 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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pia el destino que te he decretado. ¡Entra orgullosamente en la
augusta morada!
Pasado un tiempo la comitiva de Sud partió de Eresh y arribó
a Nippur. Llegados a tal ciudad, la diosa Aruru, la hermana de Enlil,
tomando a Sud por la mano, la introdujo en el brillante Ekur.Y le
perfumó la cara con los perfumes más penetrantes.
En el dormitorio, sobre el florido lecho de la hierogamia, embal
samado como un bosque de olorosos cedros, Enlil llenó de cari
cias a Sud, hizo el amor con su mujer.
Después, en el salón de su trono soberano, sin sentarse, se dis
puso a bendecir a su esposa. He aquí cómo el señor de la palabra
santa decretó el destino a la Señora, la elegida de su corazón:
— En adelante — dijo Enlil— tu nombre será Nintu, esto es, serás
«La Señora de los nacimientos». Asimismo, tu nombre será Dug-
bad, es decir, «La Señora que separa las rodillas», la que posibilita que
un nuevo ser venga al mundo. Te confío, por ello, todas las funcio
nes que desempeñarán las matronas y todo cuanto efectúen las
mujeres sabias y que ningún hombre ha de ver nunca.
Dicho aquello le asignó su lugar en relación a las cualidades
que le había determinado, así como los honores y el destino.
— De ahora en adelante — continuó diciendo Enlil— esta mujer
será quien enseñoree mi casa. Esta mujer, venida de afuera, será la
señora de mi casa. Mi encantadora esposa, nacida de la santa Nisa-
ba, será, igualmente como lo fue su madre, Ashnan: el cereal que
crece, la vida de Sumer.
Después, dirigiéndose a Sud, le dijo:
— Cuando aparezcas entre los surcos, como un bella jovencita,
Ishkur, el señor de las aguas, se ocupará de ti, y te hará chorrear el
agua extraída de la tierra. Tu primer lino y tus primeras espigas mar
carán el comienzo del año.
Dicho aquello, Enlil observó a su hermosa mujer, quien calla
da, con los ojos mirando al suelo, escuchaba atentamente.
— Tú y yo — siguió Enlil— , tendremos los hijos que queramos.
Tendremos un único enemigo, uno del cual silencio su nombre y
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