Page 201 - El nuevo zar
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más tiempo que él, y tenían mucha más experiencia en gobierno y política.
Ahora escuchaban mientras él delineaba sus prioridades. Prometió mantener
sin cambios la política exterior de Rusia, pero dio señal de una nueva era en
asuntos militares: Rusia debía mejorar su armamento y abordar las
problemáticas sociales de sus filas, un «aspecto que se ha desatendido
recientemente». Notó la ausencia visible del fiscal general, Yuri Skurátov,
cuyas investigaciones habían hecho mucho por propulsarlo a su puesto, pero
luego agregó enfáticamente que el fiscal interino, Vladímir Ustínov, parecía
«estar haciendo un buen trabajo». Sus declaraciones eran breves, casi
superficiales dada la ocasión. Pidió vigilancia para el Año Nuevo dado el
temor de una potencial amenaza informática a raíz del efecto 2000 que en
todo el mundo había sido la principal noticia del día, hasta la dimisión de
Yeltsin.
Putin grabó luego su propio mensaje de Año Nuevo, el que Yeltsin
normalmente hubiera ofrecido, que debía emitirse a medianoche en Moscú.
Comenzó con su propio floreo, diciendo que él y su familia habían pensado
reunirse alrededor del televisor esa noche y escuchar el discurso del
presidente Yeltsin, «pero las cosas dieron un giro diferente». Aseguró a la
audiencia que no habría un vacío de poder —«ni por un minuto»—, y
prometió continuar con sus esfuerzos para restaurar el orden y la paz. «Les
prometo que todo intento de actuar en contra de la ley y la Constitución rusas
será frustrado de inmediato.» Finalizó dándole las gracias al primer presidente
de la nación. «Seremos capaces de ver la verdadera importancia de lo que
Boris Yeltsin ha hecho por Rusia —dijo— solo cuando haya pasado un
tiempo.»
Mientras se preparaba para dejar el Kremlin, Yeltsin se detuvo en el
pasillo fuera de su oficina —ahora de Putin— y extrajo de su bolsillo la
pluma que había utilizado para firmar su último decreto. Se la dio a Putin al
tiempo que caminaban hacia la puerta del Kremlin, dos hombres tan distintos
en temperamento y psiquis. La relación entre ellos, dijo Putin más adelante,
no había sido «particularmente estrecha». Nunca fue cálida de la manera en
que recordaba sus sentimientos por Sobchak. «Puedo decir que solo cuando
comenzó a discutir conmigo la cuestión de su dimisión llegué a sentir cierta
calidez de su parte», recordó Putin más adelante.[49] Ahora Yeltsin quería
decir «algo importante» acerca de la carga que Putin estaba por afrontar.
«Cuídate —le dijo—, cuida a Rusia.» Una nevada suave y ligera rodeaba los