Page 206 - El nuevo zar
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divisivas de sus sujetos. El tono parecía casi religioso, como si Putin estuviese
compartiendo una «revelación personal» del rumbo moderado que Rusia iba a
tomar entre su historia autoritaria y su futuro democrático.[3] «Rusia necesita
un poder estatal fuerte y debe tenerlo. No estoy llamando a un totalitarismo.
La historia demuestra que todas las dictaduras, todas las formas autoritarias
de gobierno, son transitorias. Solo los sistemas democráticos perduran.»
Con las funciones de la presidencia ya en sus manos, Putin evitó sucesos
abiertamente políticos durante su breve campaña. No hizo mítines políticos,
no dio discursos y se negó a participar en debates con sus contendientes. En
reflejo de su carácter adusto y su desdén por el encuentro cara a cara con los
votantes, Putin estaba redefiniendo la campaña moderna en Rusia a su propia
imagen y en formas que sofocarían el futuro democrático al que la caída de la
Unión Soviética había parecido abrir paso. Al cabo de unos días de
convertirse en presidente interino en la víspera de Año Nuevo, Putin había
cooptado a sus potenciales rivales más importantes e inclinado fuertemente el
campo de juego a su favor. Para fines de enero de 2000, el bloque de Unidad
en la Duma había orquestado una alianza no con los demócratas o liberales,
sino con los comunistas. Unidad y el Partido Comunista se dividieron las
jefaturas de los comités entre sus miembros y dejaron fuera a Yevgueni
Primakov, así como a Serguéi Kiriyenko, que había ganado un escaño tras su
despido como primer ministro, y a Grigori Yavlinski, el líder liberal de la
política rusa. Sus partidarios enseguida boicotearon a la Duma y, en
consecuencia, una mayoría leal al Kremlin formó una coalición sin considerar
sus diferencias ideológicas. El país estaba aprendiendo que a Putin la
ideología le importaba menos que una mayoría legislativa ordenada y dócil.
Una semana más tarde, Luzhkov, que había sido reelegido como alcalde
de Moscú en diciembre, anunció que no competiría contra Putin por la
presidencia. Primakov, que había anunciado su candidatura en la víspera de
las elecciones presidenciales, también desistió y se retiró de la carrera
presidencial dos semanas después con amarga resignación. «Percibo lo lejos
que está nuestra sociedad de ser una sociedad civil y una verdadera
democracia», dijo Primakov.[4] A principios de febrero, los rivales más serios
de Putin —los que habían aterrorizado a Yeltsin durante los agonizantes días
de su presidencia— simplemente se habían derretido antes de que comenzara
la campaña oficial. Uno por uno, entonces, los gobernadores regionales dieron
su apoyo a Putin, incluso el hombre al que Putin había denunciado como