Page 210 - El nuevo zar
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seguros de no morir a causa de sus propias bombas.[11] El estallido de fervor
               patriótico  que  provocó  el  ataque  inicial  ahora  se  encontraba  frente  a  la
               realidad de un conflicto que sería más largo y sangriento de lo que la mayoría
               de los rusos había esperado.


                    La respuesta de Putin no fue cambiar la táctica, sino asegurarse de que la
               mayoría  de  los  rusos  no  supiera  la  verdad  de  lo  que  estaba  sucediendo.
               Mientras la lucha se empantanaba, el Kremlin limitaba estrictamente el acceso

               de  periodistas  al  campo  y  forzaba  a  los  periódicos  y  canales  de  televisión
               rusos  a  cubrir  la  «operación  contraterrorista»  casi  exclusivamente  desde  la
               perspectiva  del  bando  ruso.  Coberturas  idealizadas  de  los  combatientes

               chechenos en la primera guerra habían apuntalado la causa de ellos y minado
               la moral en Rusia, y Putin no iba a permitir que eso sucediera otra vez.

                    Las noticias de la lucha feroz, el asesinato indiscriminado de civiles y las

               pruebas  crecientes  de  crímenes  de  guerra  cometidos  por  soldados  rusos
               seguían  llegando  con  cuentagotas,  especialmente  en  periódicos  de  la
               oposición e informes de noticias extranjeros, pero el control de la televisión

               estatal por parte del Kremlin mantenía las noticias más sombrías fuera de las
               emisiones.  Los  periodistas  que  se  animaban  a  informar  sobre  el  conflicto
               desde la perspectiva chechena —o sin la acreditación oficial de las fuerzas

               militares rusas— lo pagaban con su arresto o cosas peores. Cuando Andréi
               Babitski, un reportero de Radio Liberty, financiada por Estados Unidos, fue
               capturado por las fuerzas rusas en enero, los militares no solo lo acusaron de

               violar las reglas de información en Chechenia y lo expulsaron de la zona, sino
               que también lo entregaron a los enmascarados rebeldes chechenos a cambio

               de cinco prisioneros de guerra rusos, como si él mismo fuera un combatiente
               enemigo. La suerte de Babitski causó protestas en el país y en el exterior, y
               dio  pie  a  relatos  adecuadamente  críticos  de  Putin  y  sus  antecedentes  en  el
               KGB.


                    Putin nunca sonaba a la defensiva; sonaba desafiante, incluso ciegamente
               desafiante en algunos casos. Barría a un lado toda crítica de la guerra diciendo
               que era un ataque a la propia Rusia. «Lo que hizo Babitski es mucho más

               peligroso  que  disparar  una  metralleta»,  dijo  cuando  los  reporteros  de  Ot
               pervogo litsa protestaron diciendo que los periodistas en una zona de guerra
               no  son  combatientes.  Presionado  sobre  el  asunto,  simplemente  respondió:

               «Interpretamos la libertad de expresión de maneras diferentes».[12]
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