Page 215 - El nuevo zar
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Ziugánov y Yavlinski plantearon las persistentes preguntas a la zaga de la
               campaña.  NTV,  la  parte  independiente  del  conglomerado  de  Media-Most,
               propiedad  del  oligarca  Vladímir  Gusinski,  también  se  hizo  eco  de  las
               acusaciones. NTV llevó adelante un debate abierto entre las autoridades y el

               público, en el que los habitantes de Riazán cuestionaron a un portavoz del
               FSB y se burlaron de sus respuestas poco convincentes. En un momento, el

               portavoz sostuvo en alto una caja sellada que, insistía él, contenía todas las
               pruebas, aunque por supuesto no podía abrirla. Era una actuación absurda. A
               pesar  de  las  refutaciones  oficiales,  los  medios  y  algunos  en  la  oposición
               comenzaron a atar incidentes e informes sueltos hasta dar con la forma de una

               conspiración  que  intentaba  propulsar  a  Putin  al  mando.  Artículos  en  los
               periódicos locales y extranjeros durante el verano anterior a las explosiones

               —mayormente  pasados  por  alto  en  ese  entonces—  parecían  ahora  haber
               anunciado de forma siniestra lo que sucedió, aunque el motivo presunto en
               ese entonces era declarar un estado de emergencia y suspender las elecciones

               parlamentarias, no comenzar una nueva guerra en Chechenia ni propulsar al
               director del Consejo de Seguridad de Yeltsin y jefe del FSB al Kremlin. En
               julio  de  1999,  por  ejemplo,  un  coronel  del  ejército  retirado  devenido

               periodista,  Aleksandr  Yilin,  había  publicado  un  artículo  en  Moskóvskaia
               Pravda  con  el  título  «Tormenta  en  Moscú»,  en  el  que  anunciaba  «ataques
               terroristas»  contra  edificios  gubernamentales,  el  objetivo  de  los  cuales  era

               presuntamente desacreditar al alcalde Luzhkov.[23]

                    Los contactos cercanos de Berezovski con Chechenia y otros rebeldes en
               el  Cáucaso  —que  había  cultivado  durante  y  después  de  la  primera  guerra
               chechena—  sugería  a  sus  muchos  enemigos  que  podía  haber  estado

               involucrado  en  las  esperanzas  de  bloquear  la  alianza  Luzhkov-Primakov.
               Berezovski,  que  se  postuló  y  ganó  un  escaño  parlamentario  por  la  cercana

               república  caucásica  de  Karacháyevo-Cherkesia,  reconoció  reunirse  con
               combatientes  chechenos  y  pagarles  grandes  sumas,  incluido  Basáiev,  para
               liberar a rehenes secuestrados. Una supuesta transcripción de conversaciones

               telefónicas de Berezovski con un líder checheno, Movladi Udugov, sugería
               que  habían  negociado  respecto  de  la  incursión  en  Daguestán,
               presumiblemente  como  una  provocación  para  justificar  la  invasión.

               Berezovski  dijo  que  las  cintas  habían  sido  editadas,  pero  no  negó  que  las
               conversaciones hubiesen tenido lugar. Los críticos de Berezovski creían que
               tenía tanto en riesgo en la transición post-Yeltsin como todos los demás, y que
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