Page 205 - El nuevo zar
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Vladímir Putin, que nunca antes había sido elegido para un cargo político,
casi no hizo campaña antes de las elecciones, que se adelantaron al 26 de
marzo de 2000 a causa de la dimisión de Yeltsin. Como primer ministro, solo
había pintado su visión de Rusia a grandes rasgos. Su única agenda o
plataforma de campaña real apareció en un manifiesto en el sitio web del
Gobierno el 28 de diciembre, la víspera del nombramiento sorpresa de
Yeltsin. El documento había sido preparado por el Centro para el Desarrollo
Estratégico, un think tank fundado por Herman Gref, un economista que era
otro de los excolegas de Putin en la Administración de Anatoli Sobchak.[1]
En este manifiesto de cinco mil palabras, llamado «Rusia con el cambio de
milenio», Putin reconocía con franqueza el disminuido estado económico y
social del país en el mundo. El producto interno bruto del país había caído un
50 % en la década de 1990 y, ahora, equivalía a un décimo del de Estados
Unidos y un quinto del de China. Harían falta quince años de crecimiento
económico sostenido para alcanzar apenas el nivel de Portugal o España.
«Rusia se encuentra en medio de uno de los períodos más difíciles de su
historia —decía el documento—. Por primera vez en los últimos doscientos
[o] trescientos años, enfrenta la verdadera amenaza de caer al segundo e
incluso, posiblemente, al tercer puesto de los Estados mundiales. Nos queda
poco tiempo para evitar esto.»[2] La receta era restaurar la unidad nacional, el
patriotismo y un fuerte gobierno central: no «la restauración de una ideología
estatal oficial en Rusia con algún disfraz», sino un pacto social voluntario que
ubicara la autoridad del Estado por encima de las aspiraciones embrolladas,