Page 392 - El nuevo zar
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primera vez las conexiones de negocios que unían al círculo de Putin, incluido
               el  aumento  imponente  de  las  fortunas  de  Yuri  Kovalchuk.[23]  Las
               adquisiciones  que  conformaban  al  Grupo  Nacional  de  Medios,  escribieron
               ellos,  incluían  los  activos  mediáticos  de  Gazprom,  comprados en 2005 por

               166 millones de dólares, que Medvédev mismo valoró en 7.500 millones de
               dólares dos años después. Como exministros, Nemtsov y Milov no provenían

               del bloque radical de la oposición en Rusia, sino que luchaban por tener un
               impacto. Esperaban que el panfleto por lo menos fomentara un debate político
               antes  de  la  elección  de  Medvédev;  quizás  Medvédev  incluso  escucharía  la
               letanía de problemas que trataban de enfatizar. Nemtsov, con un doctorado en

               Matemáticas, había prestado servicios como gobernador en Nizhni Nóvgorod
               y como vice primer ministro bajo Yeltsin. Había sido un seguidor temprano

               de  Putin,  hasta  esquió  con  él  en  los  Alpes  suizos  cuando  el  sueño  de  los
               Juegos  Olímpicos  de  Sochi  arraigó.  Milov  había  sido  un  viceministro  de
               Energía  bajo  Putin.  Ambos  se  habían  desilusionado,  sin  embargo,  con  las

               tendencias  autoritarias  que  siguieron  a  las  reformas  tempranas  de  Putin.  El
               panfleto, «Putin: Los resultados», desafiaba la base misma de los discursos de
               despedida de Putin, en los que decía haber resucitado al país de las cenizas de

               la  década  de  1990,  trabajando,  según  sus  propias  palabras,  como  un
               «galeote».  Los  autores  reconocían  el  aumento  asombroso  del  producto
               interior bruto y los ingresos promedio, la caída del desempleo y la pobreza,

               pero  argumentaban  que  el  milagro  económico  de  Putin  era  un  «pueblo  de
               Potemkin», construido con los beneficios del aumento de precios del petróleo,
               y  que  enmascaraba  problemas  estructurales  y  callaba  el  crecimiento  de  la

               corrupción. Cuando Putin asumió el cargo, Rusia se clasificaba en el puesto
               82  en  la  lista  anual  de  Transparencia  Internacional  de  los  países  menos
               corruptos; según escribían, desde entonces se había desplomado al lugar 143,

               con  lo  cual  quedaba  en  compañía  de  países  como  Angola,  Guinea-Bisáu  y
               Togo. La divulgación de que se habían pagado 90.000 dólares en anticipos de
               libros durante la presidencia de Yeltsin había creado un escándalo político que

               condujo al despido de Anatoli Chubáis y otros asistentes presidenciales, pero
               «los corruptos de hoy se ríen de esa patética suma», escribieron.

                    «Hoy día, el robo a manos de funcionarios públicos se mide en miles de

               millones y se oculta de los ojos de la gente: grandes tenedores de acciones
               encubren  decenas  de  beneficiarios  secretos,  “amigos  del  presidente  Putin”,
               que  se  ocultan  tras  sus  espaldas.  La  información  sobre  quiénes  son  los
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