Page 387 - El nuevo zar
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como parte de un intento por hacerlo más atractivo, y recibió debidamente su
               escaño en la Duma cuando el partido arrasó con los votos.

                    A pesar de haber vivido bajo el ojo público durante ocho años, Putin había
               protegido detalles de su vida privada de casi todo escrutinio o debate público.

               Sus  hijas,  en  especial,  desaparecieron  dentro  de  un  mundo  protegido  de
               seguridad  generalizada,  moldeado  por  los  temores  y  paranoia  de  su  padre.
               «Me llevé a mis hijas y a mi esposa, y las tengo escondidas», le dijo una vez a

               su viejo amigo Serguéi Rolduguin, el padrino de Masha.[19] Al comienzo,
               cuando  la  guerra  en  Chechenia  golpeó  el  corazón  mismo  de  Moscú,  Putin
               temió  por  la  seguridad  de  su  familia,  y  pocos  cuestionaron  sus  razones.  A

               diferencia  de  los  hijos  de  otros  rusos,  políticos  y  empresarios,  las  hijas  de
               Putin no utilizaron las ventajas de nacimiento para propulsar sus carreras o su
               celebridad.  Simplemente,  desaparecieron  y  aceptaron  la  vida  confortable,

               aunque  limitada,  del  anonimato.  Excepto  por  las  primeras  entrevistas  que
               dieron  —con  la  intención  de  pulir  la  imagen  de  Putin  como  un  padre

               dedicado, aunque adusto—, nunca más las utilizó en la forma en que tantos
               políticos  de  todos  lados  utilizan  a  sus  hijos  como  utilería.  Terminaron  la
               escuela  en  el  aislamiento  de  sus  tutores  y  con  máxima  seguridad.  Ambas
               aprendieron a tocar el piano y el violín, alentadas por Rolduguin y el propio

               interés de Putin en la música. Rolduguin creía que podrían haberse convertido
               en músicas profesionales si hubieran tenido «un destino diferente». Asistieron

               al  alma  mater  de  su  padre,  pero  bajo  nombres  falsos;  ni  siquiera  sus
               conocidos estaban al tanto de su relación con el líder nacional. Con el tiempo,
               la relación de Putin con ellas se volvió más distante, consumido como estaba
               por los deberes del poder. Juntas, una vez grabaron un CD para su padre con

               su  música,  que  incluía  el  Concierto  en  si  menor  de  Bach.  Cuando  ellas
               empezaron  la  universidad,  Putin  se  quedaba  escuchándolo  por  la  noche  y

               silenciaba a cualquiera que osara interrumpir. Para cuando llegaron a la edad
               adulta, nadie fuera de su círculo familiar sabía siquiera qué aspecto tenían.

                    Liudmila nunca se había instalado cómodamente en la vida pública de la

               esposa de un político. En los primeros tiempos de la presidencia de su marido,
               había concedido entrevistas ocasionales y lo había acompañado en sus visitas
               de Estado, por lo que se la vio junto a las primeras damas de Estados Unidos
               y Gran Bretaña, entre otras, aunque solo según el dictado del protocolo, pero

               luego  cada  vez  menos.  Ella  estaba  al  frente  de  una  organización  llamada
               Centro para el Desarrollo de la Lengua Rusa y se dedicaba a la promoción de
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