Page 383 - El nuevo zar
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Occidente, acababa de nombrarlo “hombre del año”—. Pensadlo. Todo esto
iba dirigido a otros países y no al pueblo ruso, y, cuando un político busca
producir un efecto en las multitudes de otras naciones en lugar de en la nación
rusa, significa algo. Si uno aspira a ser el líder de su país, debe hablar su
idioma, por amor de Dios.»[16]
Putin aún no se había unido al partido del poder, Rusia Unida, pero, de
cara a las elecciones parlamentarias, se situaba en lo más alto de su lista de
candidatos y, así, despejaba el camino para seguir siendo líder del partido, si
acaso quería serlo. Algunos pensaban que dejaría la presidencia, pero que
utilizaría el liderazgo de su partido para seguir siendo la autoridad política
final. Hizo campaña por el partido tanto como lo había hecho para su propia
elección: simplemente, presidió el Estado y apareció en las noticias de la
noche como el salvador de Rusia. En la víspera de las elecciones, ofreció un
discurso televisado en toda la nación que sonó mucho a alocución de
despedida. «Hemos hecho mucho trabajo juntos —dijo en su estilo firme,
entrecortado—. La economía crece constantemente. La pobreza está en
retirada, aunque lentamente. Vamos a intensificar la lucha contra el crimen y
la corrupción.» Hizo el excepcional reconocimiento de que no todo había ido
bien, pero luego siguió con la tónica de su presidencia. «Recordemos con qué
comenzamos hace ocho años, la clase de fosa de la que debimos sacar al
país.» Rusia tenía mucho camino por recorrer, sí, pero no podía sucumbir a
«aquellos que ya han intentado infructuosamente gobernar el país».
La frase era discordante. ¿A quién se refería? ¿A Yeltsin, que lo había
elevado al Kremlin? ¿A los comunistas de la era soviética? El programa
electoral de los comunistas clamaba por mayor justicia social para los
jubilados, pero no clamaba, significativamente, por un cambio radical
respecto del auge económico que había presidido Putin. El enemigo de Putin
era el misterioso «otro», los bárbaros enajenados contra las puertas a punto de
embestir los muros con la sola intención de destruir a Rusia. «Hoy esas
personas querrían alterar los planes para el desarrollo de Rusia, cambiar el
curso que el pueblo ruso respalda, y regresar a los tiempos de humillación,
dependencia y disolución.»
Cuando se votó, el 2 de diciembre, Rusia Unida ganó oficialmente el 64 %
de los votos, aunque pocos creían en la validez del recuento o, como antes, en
el elevado y sospechoso número de votantes en algunas regiones. Y, sin
embargo, nadie salió a las calles como en Ucrania a exigir un recuento o una